EL FUERTE temblor del pasado lunes nos hace recordar lo fundamental, lo vital, que es el tema de protección civil para la población. Sin embargo, ningún gobierno le ha dado la debida importancia al tema, a pesar de que en ello va de por medio la vida y el patrimonio de las personas.
¿Cuántos muertos ha habido y habrá porque no se genera una VERDADERA cultura de prevención y protección contra los riesgos naturales o porque no se emplean los recursos suficientes para armar todo un plan que garantice en buena medida la protección de la vida de las personas? En esta ocasión hubo dos muertos y algunos heridos por el sismo del pasado 19 de septiembre; en anteriores como el de 1973, 1985, 1995 y 2003 -que son los que nos han tocado- hubo decenas y centenares de muertos, pero no se ha hecho prácticamente nada para evitar tales tragedias, excepto crear allá por los 90s la ley de Protección Civil, la cual por cierto no se cumple ni la mitad, por no decir que ha sido letra muerta.
En lugar de invertir más en el tema e incluso elevarlo a Secretaría de estado que haga aumentar los recursos humanos, materiales y financieros, los gobiernos han invertido o han gastado más en otros temas menos importantes para la población, pero que sí les deja buenos dividendos en promoción político-electoral y hasta en ganancias económicas personales. ¿No es suficiente razón para crear una Secretaría de Protección Civil saber que Colima tiene los cinco riesgos que pueden generar desastres o emergencias? ¿Esperarán a que haya miles de muertos para entonces sí justificar una Secretaría en esta materia?
LA MILITARIZACIÓN de la seguridad pública es riesgosa y peligrosa para la población y el país. Si a la mayoría de Morena y sus aliados les alcanza para aprobar en el Senado de la República la iniciativa de reforma que presentó servilmente el PRI para que el Ejército siga en las calles apoyando las tareas de seguridad pública hasta el 2028, tal como lo quiere el presidente López Obrador, vendrá una época eventual de represión hacia los diversos grupos que siguen saliendo cada vez más a manifestarse a las calles. Simplemente, el Ejército puede ser utilizado en estas tareas con el pretexto de que son una amenaza para la seguridad nacional contra quienes no están de acuerdo con el actual régimen que ha conformado López Obrador y Morena en la Presidencia de la República. Todos hemos visto en los últimos 7 u 8 años, sobre todo en los últimos cuatro años, que el Ejército no interviene directamente en el combate a la delincuencia organizada, debido a esa absurda y nefasta política de “abrazos, no balazos”. El Ejército seguirá en las calles sin hacer prácticamente nada en el tema de la inseguridad pública que genera el crimen organizado, por lo que es falso el debate del Ejército en este tipo de tareas de seguridad pública. El actual régimen de López Obrador y el que se ve venir lo quieren para que los militares hagan otras “tareas” que garantice a Morena y la 4t su permanencia en el poder.
POR LO pronto, quien debería ir al frente de las tareas en seguridad pública tendría que ser la Guardia Nacional, ahora bajo las órdenes de la Secretaría de la Defensa Nacional, lo que la convierte en una guardia militar. Sin embargo, la GN seguirá sólo haciendo presencia en los hechos delictivos de alto impacto, pero no intervendrá y seguirá dejando “morir” literalmente a los cuerpos policiacos estatales en su lucha contra el crimen organizado porque no tienen la capacidad para enfrentar a estos grupos. El gobierno izquierdista y populista de Morena quiere al Ejército y a la GN para contener o apagar manifestaciones de inconformidad o desórdenes sociales importantes, no para enfrentar a los grupos delictivos organizados y contribuir de manera importante en la disminución de la grave inseguridad pública que se sufre en el país. Ahora se entiende para qué quiso López Obrador a la Guardia Nacional bajo el mando militar y para qué desea que el Ejército siga en las calles.
UNA MUESTRA más de que el manejo que dio el presidente López Obrador y su gobierno a la pandemia de Covid-19 en el país fue negligente y hasta criminal es que el mayor porcentaje de los 64 mil 524 millones de pesos que obtuvo el gobierno federal al desaparecer los 109 fideicomisos que destinaría para la adquisición de vacunas contra el Covid-19 terminó en la construcción del Tren Maya. Según la respuesta que dio la Secretaría de Hacienda a las preguntas parlamentarias de senadores con motivo del pasado Tercer Informe de Gobierno, se reportó que sólo 6 mil 35 millones de pesos (9.4 %) de esos recursos se destinaron a la compra de vacunas, lo que en buena medida impidió una campaña masiva de vacunación contra esta enfermedad. Lo seguimos sosteniendo: López Obrador es uno de los principales responsables de la muerte de medio millón de mexicanos y de los más de 7 millones de casos por Covid-19. En este sentido, otra muestra importante de esta indolente y negligente actuación presidencial es haber abierto irresponsablemente la economía apenas en mayo del 2020, cuando apenas iniciaba la pandemia, lo que generó la movilidad de cientos de miles o de millones de mexicanos, pese a que en esos momentos se recomendaba quedarse en casa. Simplemente los mandó al matadero.
AHORA SÍ, después de más de dos años de pandemia sí cabe decir que se puede ver la luz al final del túnel, como irresponsable y populistamente lo decía López Obrador, pero cuando apenas habían pasado algunos meses de esta emergencia sanitaria. Y es que en la rueda de prensa semanal que ofrece la OMS, el presidente de este organismo subrayó que “aún no estamos allí, pero el fin de la pandemia está a la vista”, aunque pidió que no se frenen por ello los esfuerzos para combatir al virus. “Si no aprovechamos esta oportunidad, corremos el riesgo de tener más variantes, más muertos, más problemas y más incertidumbre”, advirtió. Por lo pronto, ya le tomó la palabra el presidente de EU al decretar al fin de la pandemia en el vecino país del Norte, a pesar de registrar aún miles de casos y muertes por esta enfermedad. En México le ha de venir “como anillo al dedo” el anuncio de la OMS al presidente López Obrador, quien decía en 2020, en plena pandemia, “ya se ve una luz al final del túnel”. Ahora no sería raro que antes de que concluya este año, el presidente declare por terminada la pandemia en México, a pesar de que se siga presentando un importante número de casos y muertes por esta causa.
Y LO decimos porque la Organización Panamericana de la Salud, de la OMS, pronosticó que México tendrá un rebrote de contagios por COVID hacia las festividades del Día de Muertos y reuniones de fin de año. Frente a ese escenario, el organismo de salud continental recomendó a las autoridades y ciudadanos mantener las medidas de contención del virus, ya que siempre que se opta por retirar los mecanismos de protección como la sana distancia, el cubrebocas o ventilar lugares cerrados, los contagios por esta enfermedad repuntan. Así de claro. Así que no queda de otra: o le hacemos caso a López Obrador y su gobierno ante otra eventual medida populista e irresponsable que determine o atendemos el llamado que hace la OMS/OPS de no descuidarnos en esta recta final de la pandemia.