Justo en medio de una crisis de violencia sin precedentes, un activo colectivo (perdónenme el ripio) de poetas colimenses ha decidido llevar a cabo un ciclo de lecturas de poesía en el auditorio de Palacio de Gobierno, donde fuera antiguamente la biblioteca del estado.

Este colectivo ha titulado a este ciclo “Alba de Proa”, casi como si con ello se quisiera anunciar la necesidad imperiosa de un nuevo amanecer o renacer para nuestra entidad. El ciclo de poesía lleva ya algunas sesiones en las que han participado un nutrido grupo de poetas locales y todavía se esperan tres más, el próximo 25 de febrero, así como los días 4 y 11 de marzo, a las ocho de la noche.

Entre los poetas que forman parte de estas lecturas se encuentran Verónica Zamora, Ada Aurora Sánchez, Carlos Ramírez Vuelvas, Gloria Vergara, Guillermina Cuevas, Sergio Briceño González, Efrén Rodríguez, Krishna Naranjo, Zeydel Bernal, Oscar Robles, etcétera, una combinación bastante ecléctica entre poetas emergentes y poetas ya reconocidos de nuestro ámbito literario, como para demostrar también la unión que existe en el gremio.

La reunión (y comunión) de todos estos poetas la imagino no como voces separadas o aisladas una de la otra, pese a que serán distintas sesiones las que se han llevado y se llevarán a cabo, sino como una sola y gran voz en la que la poesía (a través de estas voces singulares) se manifiesta para tomar partido ante una época en la que la violencia, la pandemia y, en general, la desolación parecen querer ganarnos la partida.

Tal vez los propios impulsores de esta serie de lecturas no repararon en que, además de celebrar la vitalidad de la poesía misma por sí misma, también estaban levantándole un muro a la espiral de crímenes que tantos estragos han ocasionado en las últimas semanas en nuestro estado.

Colima es una tierra de grandes artistas, con una larga tradición literaria y poética, que siempre se ha sobrepuesto a las adversidades y a las carencias de todo tipo y que, en los momentos justos, han alzado la voz, como ahora, para exigir (así sea implícitamente) que el camino de la cultura y el arte es el único posible para resanar el deteriorado tejido social de los colimenses.

De esta manera es como muchos artistas, escritores y poetas no sólo han conseguido sacar adelante su obra personal sino, además, han conseguido hacer aportes importantes (con ella) en su propia comunidad. El colectivo pretende que, al final del ciclo de lecturas, se logre publicar una antología con todo lo leído en cada una de las sesiones.

Lo creo no sólo justo, sino incluso necesario. Esta será una forma de encapsular un instante importante en la historia de nuestra entidad, construida finalmente de palabras, como se ha construido la historia de nuestra humanidad.  Que este sea el primero de muchos ciclos donde la poesía ocupe la plaza y su voz se haga notar firme y esperanzadora en una sociedad ávida de paz y bienestar. ¡Arriba la poesía!

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