balvanero@gmail.com / @Balvanero.B
Cada año, las efemérides son importantes para visibilizar, atender, reflexionar, volver la mirada, ejercer la empatía y a algunas personas para construir capital político.
De esta manera, cada día en específico es dotado de actividades relacionadas para los fines señalados. Temáticas, por ejemplo, como: el trabajo infantil, de las mujeres rurales, las personas refugiadas, contra la trata de personas, de la no violencia, salud mental, entre muchos otros.
Incluso, hay colores en específico que se relacionan con algunas de estas conmemoraciones. El día naranja, cada 25 de mes para generar conciencia y prevenir la violencia hacia mujeres y niñas. Y tenemos el mes rosa, octubre, que es para sensibilizar sobre el cáncer de mama.
Sin embargo, una cuestión es el día o mes en específico, cuando reflectores y atenciones se vuelcan a esa realidad concreta, con ejemplos, testimonios, discursos, acciones; y otra, muy distinta es quien vive esa difícil realidad en cuerpo propio o en algún ser querido. Estas personas lo viven y sufren en lo cotidiano, en el día a día.
Quienes de alguna manera empatizamos, damos la moneda, portamos un moño, elaboramos un discurso, tenemos las fotos, difundimos el saludo, la sonrisa, la presencia… y seguimos con nuestras vidas con cierta sensación del bien realizado y, algunas más, con el capital político a buen resguardo.
Estas mujeres, hombres, niñas, niños, por el contrario, viven la tortuosidad de un sistema que dificulta, cuando no obstaculiza, una atención digna, a tiempo, infraestructura ausente o deficiente, miradas ocupadas en otros menesteres.
La importancia del día se diluye como llega. A lo que sigue.
Estamos en el mes rosa. Decíamos líneas arriba, para hacer conciencia sobre la importancia de la prevención del cáncer de mama. No es para menos, posiblemente haya leído las estadísticas —también es algo que se difunde a propósito de— del INEGI derivadas de las Defunciones Registradas 2024; en ellas, Colima ocupa el tercer lugar en mortalidad por esta enfermedad, con una tasa de mortalidad de 22.3 decesos por cada mil habitantes.
El dato no es menor. Hay muchas personas que viven en lo cotidiano, decíamos, con esta enfermedad. Con el peso económico, emocional, vivencial que esto implica.
Considero que debemos hacer conciencia, promover y atender una cultura del cuidado.
Se requiere, una sociedad empática para construir capital social como lo define el Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo, lo que incluye también a las instituciones de todo cuño: conjunto de normas, redes y organizaciones construidas sobre relaciones de confianza y reciprocidad, que contribuyen a la cohesión, el desarrollo y el bienestar de la sociedad, así como a la capacidad de sus miembros para actuar y satisfacer sus necesidades de forma coordinada en beneficio mutuo.














