A dos años de las elecciones de 2027, la otrora monolítica coalición “Juntos Haremos Historia” comienza a mostrar fracturas más que evidentes. La alianza entre Morena, el PT y el Verde Ecologista, que se vendía como un bloque indestructible, ahora luce más como un matrimonio en crisis, donde cada quien duerme en su cuarto y sueña con una candidatura propia.

Las desavenencias no solo son entre partidos. Al interior de Morena también se libra una guerra nada silenciosa por el control del pastel. De un lado, los fieles de Andrés Manuel López Obrador, la mayoría, claro, y del otro, la menguada pero terca facción leal a Claudia Sheinbaum. La sucesión presidencial dejó heridas y la lucha por las migajas del poder continúa.

Un botón de muestra: en las elecciones municipales del 1 de junio de 2026 en Veracruz, el Partido del Trabajo decidió volar solo, sin Morena ni Verde. Resultado: le pegaron directo a la línea de flotación del barco guinda. Joel Padilla Peña, operador del PT en Colima y Comisionado Nacional del partido, no tuvo empacho en presumir el “crecimiento” logrado por su fuerza política gracias a la sabia decisión de ir por la libre. Claro, según él, no se trató de un rompimiento, sino de una “diferencia legítima sobre la distribución de espacios”. Traducido del politiqués: Morena ya no reparte como antes, y los aliados se cansaron de aplaudir sin recibir premio.

Y hablando de divorcios políticos, el Verde Ecologista también tiene razones de sobra para hacer maletas. El más reciente agravio provino de la mismísima dirigencia nacional de Morena. Luisa María Alcalde le cerró el paso a Ruth González Silva, senadora y esposa del gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona, para la candidatura a la gubernatura. ¿El pecado? Ser demasiado verde para una guinda tan celosa.

El desdén fue tal que ni en la Elección Judicial de junio de 2025 dejaron meter mano al gobernador potosino. Rosa Icela Rodríguez le negó la cortesía que sí extendió a otros mandatarios morenistas: meter nombres de abogados amigos en las famosas “quinielas” judiciales. Resultado: el matrimonio Gallardo-González ya explora nuevos horizontes partidistas. Al parecer, el amor por la 4T no incluye votos de confianza.

En Colima, el Verde también se despachó con la cuchara grande. El pasado 24 de mayo, Arturo Escobar y Vega, dirigente nacional del partido del tucán, soltó el misil: “Vamos con Virgilio con todo para la gubernatura del 27”. Y no solo eso. Exigió —sí, exigió— reglas claras y trato de socio, no de peón. “Nada de encuestitas a modo de Morena. Si no hay juego limpio, vamos solos o con otros”. Se acabaron los tiempos del seguidismo ciego.

El mensaje de Escobar no fue exclusivo para Colima. El mismo guion se repitió en otros estados, lo que hace pensar que el Verde ya afila las garras para volar sin el ala protectora de Morena. Las primeras rupturas podrían confirmarse justo en Colima y San Luis Potosí.

Se dice que… *La supuesta “mega alianza opositora” que panistas y priistas quieren construir en Colima necesita algo más que conferencias de prensa y selfies con la sociedad civil. Si en verdad quieren pintar cara en 2027, los liderazgos auténticos, los de los municipios, los de a pie, los que sí conocen el nombre del comisario ejidal, deben tomar la batuta. Porque si esperan que los dueños de las franquicias blanquiazul y tricolor se pongan de acuerdo, más vale que se sienten. Pero cómodos.

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