No me gusta el sistema electoral estadounidense, me parece que es innecesariamente complicado, se me hace absurdo que no se cuente con un organismo electoral sólido como aquí en México, su modelo bipartidista me parece más dañino que beneficioso para la democracia y además restringe libertades como las de las personas que estuvieron en prisión y por culpa de las normas electorales estatales no pueden ejercer su voto.
A pesar de esto, hay algo que, al menos a mi parecer, es acertado, hablo de las elecciones primarias que sostienen los partidos Demócrata y Republicano. Las campañas primarias estadounidenses son un ejercicio democrático en el cual los aspirantes a las candidaturas realizan sus respectivas giras y debates en los que buscan ganar electores que al final terminaran votando de forma individual o en camarilla a los delegados encargados de elegir al candidato.
Si bien la forma de elección por medio de camarilla es algo anticuada y trae muchas complejidades al momento de ejercer el voto, se debe resaltar la forma democrática en la que se llevan estas campañas.
Es mucho el contraste que se puede hacer comparando los procesos de selección de candidato en México y en Estados Unidos, si bien el sistema electoral mexicano ya cuenta con fechas definidas para las precampañas en las cuales los partidos deben de elegir a sus candidatos, estas usualmente funcionan como una extensión de la campaña regular al no ser primordiales para la elección del candidato contendiente; resulta interesante comparar el proceso de las primarias estadounidenses con el recién anunciado proceso interno en el cual MORENA elegirá a la «corcholata» que contendrá para la presidencia de la república en el 2024, elección de suma importancia ya que definirá si continua el lopezobradorismo y si lo hará con la misma fuerza como con la que irrumpió en el escenario político el 2018.
El proceso interno morenista, aunque quiere pintarse como democrático no parece, la opacidad de la encuesta con la que se llevó a cabo la elección del dirigente actual del partido generó molestias entre los mismos militantes, demostrando que la unidad dentro del este es bastante frágil. Un punto que se puede aplaudir es la intolerancia a los ataques entre los participantes, sin embargo, esa no debería ser excusa para la prohibición de los debates en el proceso de selección, si se busca seleccionar al mejor perfil, los debates son los eventos perfectos para que se contrasten las ideas de quienes aspiran dirigir al país.
Este ejercicio pudo haber sido un ejemplo a seguir para los demás partidos políticos, solo el PAN ha sido conocido por la elección de sus candidatos de forma democrática y en el último proceso electoral eso se hizo a un lado para favorecer la auto imposición de Ricardo Anaya.
Este proceso interno parece que dejará mucho que desear, el hecho de no hacerse mediante elección libre de sus militantes o la prohibición de participar en ciertos medios de comunicación considerados como adversos, dan pauta a que se tomen con incredulidad los resultados que arrojen las encuestadoras.
Para tener un régimen democrático este debe de serlo desde sus bases, la imposición de candidatos han sido factores claves para el desgaste en la credibilidad de los partidos políticos, tan solo hay que ver el caso de Colima como llegaron a candidatearse varios perfiles que su único mérito es la de ser familiares o amigos cercanos de detentadores del poder.
Esperemos que el proceso de elección interna del partido mayoritario sí se lleve acabo de una forma correcta para evitar cualquier sospecha de dedazo o alguna otra práctica del antiguo régimen priísta. Quien surja ungido de esta encuesta puede ser el próximo inquilino de Palacio Nacional, el ejercicio que va a tener MORENA es de suma importancia, observaremos las conductas de los participantes y si verdaderamente los gobernadores y demás miembros de las administraciones destinan recursos para apoyar a alguno de los aspirantes. Tampoco olvidemos que este ejercicio impondrá la vara para el candidato de la oposición.