Hablar de las manifestaciones por el Día de la Mujer genera que se cimbren los muros y las voces. Es un tema que divide por las formas, pero unifica por los logros que poco a poco se han ido alcanzando en la valorización y presencia de la mujer en todos los ámbitos. Sin ir más lejos y sólo bservando mi caso puedo darme cuenta del cambio histórico que ha sucedido entre mi abuela, mi mamá, yo y mi hija donde, entre otras cosas, es evidente la distinta visión que el rol de la mujer significa, las oportunidades que antes a las mujeres les fueron negadas y que ahora a punta de presión, inteligencia y perseverancia se han ido conquistando para beneficio de todas.
El Día de la Mujer es un mosaico con distintos tonos morados, por una lado las rompemuros, las que grafitean, las que destruyen monumentos y vierten la ira contenida de hijas, madres, amigas que han sido abusadas, desaparecidas, maltratadas, humilladas. Por otro lado, las de las autoridades femeninas vestidas con sus pañoletas moradas, sus bolsos finos, sus discursos bien cuidados, sus zapatillas de tacón, apelando por sororidad y haciendo el recuento histórico del cómo, cuándo, dónde y por qué se inició todo esto y todavía se continúa. Estos dos tonos son los que más llenan las planas en los periódicos, salen en la televisión nacional y hasta internacional, cada cual a su manera y con sus medios se hacen ver y escuchar.
Entre los tonos morados de la lucha también está aquel que no se ve, que no sale en la prensa, que no sale en las televisoras y que pareciera que no figura, ni rompe ni construye, como es el trabajo que las maestras desde el aula están haciendo. Y es que muchas de ellas han escogido otros métodos y otros medios para abordar el tema, entonces, además de vestirse con tonos morados que es el color que representa el 8M, organizan con sus alumnas y alumnos debates, exposiciones, murales, análisis de noticias, documentales, crónicas periodísticas, pinturas, composición de canciones, foros, conversatorios y más en torno al tema de la mujer, de sus derechos, de la discriminación que han sido y son parte, etcétera, no por algo el repetido lema de “la maestra enseñando, también está luchando”.
Las maestras innovan y van logrando nuevas formas de participación que antes solamente estaban asociadas a los hombres, para ejemplo la Rondalla Femenil de la sección 39 del SNTE, integrada por maestras que vienen a romper esquemas y seguramente a inspirar a alumnas y alumnos haciéndoles saber que la música, el deporte, las ciencias y otros espacios son igualmente accesibles por todos. Este es un proyecto que tampoco se vio en el 8M pero que es una firme columna que sujetará y dará forma a los sueños de muchas niñas.
Como vemos, quizá muchas de las maestras no van a las marchas o no son partícipes de grandes manifestaciones y por eso no se ven, pero saben que pueden contribuir con el cambio desde las aulas y entonces cuando las niñas, niños y adolescentes que ahora son sus estudiantes sean adultos, tendremos sociedades más justas e inclusivas y la mujer no quedará nunca más ni en los márgenes ni en el olvido como tantos años lo ha estado y parará la discriminación, la desigualdad y el acoso en las aulas, en el transporte público, en las calles, en los ambientes laborales y no habrá tendederos con denuncias ni necesidad de que las alumnas irrumpan violentamente en las direcciones escolares para ser escuchadas como lo hicieron las alumnas del CBTIS 19 en Colima, razon por la cual desde el pasado 14 de marzo se ha activado una línea telefónica y de whatsapp (312) 271-2782 de atención directa para denuncias anónimas de cualquier tipo de violencia en planteles de todo el estado de Colima. Esperemos que los protocolos al recibir la denuncia estén bien claros y fundamentados y que el personal que recibirá las mismas esté altamente preparado para que no vaya a resultar aquello como el juego del “teléfono descompuesto”.