A estas alturas de la Cuarta Transformación, han quedado ya más que evidenciados los afanes de su líder moral, Andrés Manuel López Obrador, por someter a los Tres Poderes de la Unión y a las instituciones que se suponían autónomas como el Instituto Nacional Electoral, por ejemplo, a  su non santa voluntad. De lograr su insano propósito, consolidaría la dictadura perfecta (Mario Vargas  Llosa dixit) 4teísta.

¡El INE no se toca¡ Es el grito fuerte y sonoro de los defensores del árbitro electoral que, más rápido que inmediatamente, les reconoció sus triunfos al en 2018 candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador y a la mayor parte de sus compañeros de fórmula que en  la misma elección ganaron curules en el Senado de la República y la Cámara de Diputados, más cinco de las nueve gubernaturas que se definieron en las urnas el domingo 1 de julio de ese año.

El INE al que López Obrador quiere desaparecer para llevarse la organización de las elecciones a una entidad totalmente controlada por el Poder Ejecutivo, misma que estaría a cargo de quien sabe mucho de fraudes electorales, Manuel Bartlett Díaz, también les alzó sus manos victoriosas en los comicios de domingo 6 de junio de 2021 a los actuales 252 diputados federales morenistas y a los gobernadores de  Sonora, Sinaloa, Baja California, Baja California Sur, Nayarit, Colima, Michoacán, Guerrero, Tlaxcala y Zacatecas.

Por supuesto que el INE es perfectible, tiene importantes áreas de mejora para ser más eficiente y austero, pero los excesos y abusos que los golpistas al servicio incondicional de AMLO les achacan a sus consejeros y funcionarios, no justifican  la agresiva campaña presidencial para demolerlo.

En lugar de regresar al control gobiernista de las elecciones en México, debiera fortalecerse el carácter ciudadano del INE sacando las manos de los partidos políticos de los procesos de nominación de sus consejeros y funcionarios, cuantimás las garras  del Poder Ejecutivo Federal. 

Por la buena salud de la vida del país y del libre juego democrático en la disputa del poder político, ojalá que no prospere la intentona golpista del López Obrador en contra del INE que lo que menos necesita es cambiar su nombre al de Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC), el cual “ no sólo se encargaría de preparar los comicios a nivel federal, sino a nivel local; además, disminuiría el número de consejeros y la forma en que serían elegidos, también, le quitaría tiempos en radio y televisión”. ¡No pos’ sí¡ ¿Y su nieve, de qué la quiere?

López Obrador sigue sin digerir su derrota en la elecciones de 2006, pero el último fraude electoral se lo hicieron en 1988 al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano desde la Secretaría de Gobernación a cargo del ahora Director General de la Comisión Federal de Electricidad Manuel Bartlett Díaz, a quien redimió de todos sus pecados por haberse convertido a la nueva religión política 4tepísta cuyo sumo sacerdote es el vengativo tabasqueño. 

A 25 años de haberse logrado la autonomía  del Consejo del IFE y el nombramiento de consejeros electorales independientes, todo puede venirse abajo si el Poder Ejecutivo Federal asume la facultad de proponerle al pueblo bueno de México a quienes su titular quiera que se le voten.

EL ACABO

*Inapelable, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, sentenció ya que los defensores del Instituto Nacional Electoral (INE) son “ clasistas, muy hipócritas, gente sin autoridad moral y  deshonestos”.

*Poco le faltó para decir, parafraseando las Santas Escrituras que acomoda a conveniencia, “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!,  porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia”.¿ O no?