Decir “izquierda democrática” es un despropósito marca diablo, pues ninguna izquierda, por mucho que se califique a sí misma de respetuosa de la ley, es democrática. En tanto no llega al poder, la izquierda defiende las mejores causas democráticas, es decir, hace suyo el lema oficial francés que sintetiza en tres palabras la aspiración que todo ser humano quiere poner en práctica en la vida frente a los demás: “libertad, fraternidad, igualdad”. Así, sin esos valores, que hace suyos la izquierda cuando aún no tiene el control, no somos nada.

Cuando la izquierda obtiene el poder por la vía democrática, de inmediato se transforma en lo que es y siempre ha sido históricamente: retrógrada, mezquina, autoritaria, miserable, ojete, culera; o sea, todo lo que por tanto tiempo combatió mientras se mantuvo en la disidencia, marginada, perseguida y reprimida. De esta manera autoritaria, cínica y desvergonzada, pues, es en la que se comportan ahora los máximos exponentes de esa izquierda rancia y pedestre que hoy tiene el poder –al menos temporalmente— y lo disfruta al máximo.

Si antes la defensa de los derechos de los trabajadores asalariados era parte fundamental del programa de la izquierda, ahora es pedirles que se conformen con un mísero 3 por ciento de aumento salarial, aunque la inflación esté en un 7 por ciento. Si antes había que defender a los sindicatos de agentes extraños a la vida interna, ya sea la parte patronal o los gobiernos, ahora lo que rifa es meterse en la toma de decisiones de los sindicalizados y tratar de imponer abiertamente a los candidatos afines al oficialismo de Colima, es decir, al indirato más primitivo que tiene el descaro de hablar de transformación.

El gobernador de facto de Colima, Arnoldo Vizcaíno Rodriguez, con toda la desfachatez del mundo hace campaña a favor del candidato a dirigente sindical de la Sección 39 del SNTE, Christian Vega Cruz, cuando no es parte del organismo magisterial, pues él es un jubilado que pertenece a la Sección 6 del SNTE. Está claro: al vejete no le interesa guardar las formas ni respetar la autonomía sindical de los maestros estatales.

Por supuesto, si eso ocurriera en los tiempos en los que el viejo cuatrotero era un simple pelagatos, ya estaría vociferando en contra de la intromisión de entes externos que nada tienen que hacer allí. El problema, sin embargo, es que el Félix Salgado Macedonio colimote es el que anda tirando línea para que su delfín (por aquello de que es casi humano) Vega Cruz sea el siguiente líder de la Sección 39 del SNTE, con el obvio fin de tener el control de un organismo que le podría representar una amenaza –así lo ve él— a su hijita, la #GobernadoraAltozano. En una entrevista concedida a un diario digital, Arnoldo Vizcaíno dijo: “Si yo fuera de la Sección 39 del SNTE, seguramente votaría por Christian Vega Cruz”. Y agregó la razón: “Porque creo que representa la alternancia; no representa el continuismo”.

Bueno, pero resulta que el ruco no es de la Sección 39 y que, por tanto, no va a votar por nadie; sin embargo, el mensaje no es ni siquiera subliminal: es una vil y descarada indicación para que voten por el delfín Vega Cruz. Bien citó el autor de Orden Político la frase abogadil que reza: a confesión de parte, relevo de pruebas. Por otro lado, es conveniente destacar que los periodistas no emprenden embestidas contra alguien en particular: es el gobierno el que las promueve y las financia.

El impresentable Óscar Javier el Pelón Rosas Hernández, asociado con el cínico Nico Contreras Cortés, califica de “embestida” la que hay en contra de su candidato Vega Cruz, del que no cita su nombre para no tener que comprometerlo por la mala fama que se carga desde antes de haber sido echado a patadas de la Secretaría de Educación.

El delfín del oficialismo cuatrotero de Colima ha de decir, con justa razón, refiriéndose al Pelón Rosas: ¡no me defiendas, compadre! Asimismo, el Pelón Rosas acusa de “sicarios del periodismo” a los que escriben en contra de su “protegido” Vega Cruz, cuando que aquí los únicos sicarios que hay en estos momentos, además de los que andan matando en la calle y a plena luz del día (sin que el gobierno para el que sirve el Pelón Rosas no haga nada por evitarlo), son solamente él, el corruptazo Nico Contreras y los plumíferos que son pagados por el indirato, con el viejón Arnoldo Vizcaíno manejando la batuta desde su planta arrocera del pueblo de Buenavista que le surgió en cuanto le hizo justicia la revolución cuatrotera.

La intromisión desvergonzada del viejo padre de su reverenda jijita no se limita, por cierto, a la de la Sección 39 del SNTE, sino que también quiere imponer una planilla que deje fuera del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado (STSGE) a Martín Flores Castañeda, quien ha hecha pública su denuncia por tal atropello. Lo de menos sería si al enanín le llega la lumbre a los aparejos; el problema, empero, es el mensaje que se está enviando a la sociedad colimense: a Arnoldo Vizcaíno se le da la gana que su hija trate con sindicatos que para nada le resulten incómodos. ¿Más mezcla, maistro, o le remojo los adobes?

1Bibiano Moreno