En la segunda parte de la trilogía dedicada a la vida de Jesús desde puntos de vista diferentes a la versión oficial de la Iglesia Católica, considerando que es la época de Cuaresma, hoy le toca el turno a la novela La Revelación, de Gerald Messadié. Inicié con El apóstol número 13 y concluiré la próxima Semana Santa con Su nombre fue Judas.

Adelante, pues, con los faroles. La Revelación / Gerald Messadié A la luz de los nuevos descubrimientos que se han hecho sobre la vida de Jesús, ya sea en libros y en documentales de TV, la constante es que el hijo de Dios, según la versión oficial difundida desde hace siglos por la Iglesia Católica, en realidad fue un líder de su tiempo, igual que Mahoma y Buda, quienes tienen millones de seguidores basadas en la religión que se fundó en sus respectivos nombres, pero no tuvo nada de mesiánico. La era cristiana, la misma bajo la que se rige el mundo occidental, anda en sus 2022 años.

Así, al ser un personaje tan polémico como controvertido, Jesús ha sido siempre objeto de numerosos estudios desde el mismo momento en que nació. De hecho, aún antes de su nacimiento ya había causado revuelo entre los pueblos de su tiempo, de ahí que Herodes el Grande (que tuvo un hijo llamado Herodes Antipas, casi igual de desalmado) se haya dado a la tarea de mandar matar niños menores de dos años (el 28 de diciembre, precisamente el Día de los Santos Inocentes). Mucho de lo que se conoce de Jesús y del cristianismo está basado en los famosos evangelios que se atribuyen a San Marcos, San Mateo, San Lucas y San Juan, que de alguna manera son los únicos reconocidos por la Iglesia Católica; sin embargo, han surgido algunos otros de diferentes autores que, por tanto, no son aceptados e incluso son fustigados por diferir de la versión oficial y hasta de contradecirla. Uno de esos evangelios es el que se atribuye nada menos que al propio Judas Iscariote, ese al que oficialmente se reconoce como el traidor por antonomasia que entregó a Jesús a sus contrincantes de su tiempo, que curiosamente eran los mismos judíos (con su junta de notables conocido como Sanedrín), si bien los que gobernaban eran los romanos.

Sin embargo, en un profundo análisis que hace Gerald Messadié, autor de la novela histórica La Revelación, aquél echa por los suelos las tesis de los cuatro evangelistas que pretenden colocar a Judas como la encarnación del mal, cuando en realidad era con el que Jesús más se sentía identificado y al que llamaban el bienamado. La novela de Gerald Messadié, un erudito en temas religiosos, no tiene como inspiración el Evangelio de Judas, pues cuando se dio a conocer su existencia, en el 2006, él ya había armado La Revelación (lanzada al mercado en ese año), si bien dice que coincide en el tratamiento que se hace sobre el personaje al que Dante Alighieri, en su monumental obra La divina comedia, pone en lo más profundo del infierno, recibiendo el peor de los castigos reservados a los que ahí se encuentran refundidos. Así, el autor centra su historia en el momento en que Jesús llega a Jerusalén para hacerse nombrar rey, lo que no le gustó nadita a los integrantes del Sanedrín, donde turbios sujetos como Caifás y Anás llevaban la batuta. La entrada en escena de Pilatos, que era representante del imperio romano en Jerusalén, se dio por representar la autoridad, aunque su discutible actitud a la fecha sigue siendo considerada como la de un cobarde.

Como suele suceder, en las nuevas teorías sobre Jesús hay discrepancias, aunque en el fondo todas coinciden en algo: que Jesús no es hijo de Dios ni tenía poderes sobrehumanos; por tanto, no debiera llamarse Cristo, sino simplemente Jesús. Pero mientras en la novela El apóstol número 13, que también se basa en documentos que difieren de la versión oficial, se detalla que Jesús murió en la cruz y fue enterrado en el desierto por los esenios, en La Revelación se sostiene que sí quedó vivo y fue rescatado por algunos de sus familiares y seguidores, para posteriormente huir a Siria. Aunque la historia gira en torno a un personaje de la talla de Jesús, La Revelación también se convierte en un alegato a favor de Judas Iscariote, personaje al que tan mal ha tratado la versión oficial de la Iglesia Católica. Y es que en esta reivindicadora novela histórica se hace notar que fue Jesús el que le pidió a su discípulo que lo entregara a sus enemigos para que lo sacrificaran, ya fuera con la lapidación (forma judía de castigo) o en la cruz (forma en que los romanos aplicaban su autoridad a los disidentes: ahí está el caso de Espartaco, el esclavo que se le reveló al imperio y pagó su osadía con la crucifixión).

De manera que Judas fue a vender a Jesús a los integrantes del Sanedrín por la cantidad de 30 siclos (no dice denarios, sino 30 siclos, suma con la que se podía comprar un esclavo en esa época), pero ni siquiera los llegó a cobrar por la enorme pena causada a su maestro.

Pero aquí discrepan también las versiones de El apóstol 13 y La Revelación: en tanto que en la primera San Pedro asesina a Judas de una cuchillada que le abre la panza y le vacía las entrañas, en la segunda varios de sus propios condiscípulos son los que también lo abren en canal y más tarde lo cuelgan para hacer creer que se suicidó por arrepentimiento, pues sólo los dos controvertidos personajes bíblicos conocían la verdad. Que sólo Jesús y Judas conocían un pacto secreto lo prueba el hecho de que el primero llora cuando se entera que el segundo ya está muerto. O sea: en ninguna de las dos novelas (El apóstol número 13 y La Revelación, ambas escritas por expertos en el tema) se describe al personaje malvado y perverso que es capaz de vender a su propio maestro (como dice el dogma oficial de la Iglesia Católica), pues no hay muchas razones como para que tuviera que haber hecho algo semejante; en especial, porque no era el dinero lo que codiciaba, pues manejaba mucho más que los miserables 30 siclos que le atribuyen haber cobrado por su acción. Por cierto, a muchos debe intrigar qué fue lo que Jesús comió en lo que se ha dado en llamar La última cena (el cuadro más famoso es el de Leonardo Da Vincci).

Pues bien, en la novela de Gerald Messadié se menciona el siguiente menú del que dieron cuenta el maestro y los apóstoles: la cuarta parte de un borrego asado servido en una charola, ensaladas de puerros (¿?) y de lechuga, platos con aceitunas y pan, así como siete cantarillos de vino y un cesto con dátiles e higos secos. En cuanto a lo que a Jesús le dieron a beber en la cruz cuando dijo que tenía sed, hay versiones diferentes en los cuatro evangelios; sin embargo, el autor de La Revelación señala al respecto lo siguiente: “Casi no existe concordancia entre estas cuatro versiones, salvo en el punto de que hubiera en el Gólgota una jarra de una bebida a base de vino agrio, que contenía probablemente una droga, cuya naturaleza ignoraban los autores de los Evangelios, tanto canónicos como apócrifos. De hecho, cabe recordar que los primeros relatos evangélicos fueron transmitidos oralmente y que sólo más de un siglo después aparecieron las primeras versiones escritas.

A este respecto, parece que Marcos fue el que más se acercó a la verdad; en efecto, las damas piadosas de Jerusalén ofrecían a los condenados un vino drogado con el fin de atenuar sus sufrimientos. Si bien Jesús lo rechazó al principio, lo bebió en la esponja que le tendió el gladiador. “Mi hipótesis es que la embriaguez inducida por esta bebida habría evocado para él las de la soma, vino de liberación del espíritu. De ahí la exclamación, de hecho una celebración ritual”. En conclusión, las novelas El apóstol número 13 (de la que escribí la semana pasada) y La Revelación tienen algo en común: desmitifican la figura de un hombre que fue líder, pero que no tenía nada de origen divino. Y lo dicen expertos en el tema, no aficionados. ****** Hay una frase que se refiere al apóstol 13 al que me referí la semana pasada, lo que haría más evidente su existencia. Dicen que alguien le dijo: “Apóstol trece, comes y te desapareces”. Algo así como lo que dijo Fox a Castro, el indeseable dictador cubano cuando estuvo en México en ese tiempo: “Comes y te vas”.

3Bibiano Moreno y 2 personas más1 vez compartidoMe gustaComentarCompartir

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