Conozco a la maestra Cristy Espíritu desde hace muchos años, de aquellos años en que estuve avecindado en Armería. Cristy fue maestra de mi hermano en la secundaria e incluso su esposo, que pertenece a una reconocida familia armeritense, es hermano de un querido compañero que tuve en la Facultad de Derecho.

La maestra Cristy Espíritu es una persona de gran corazón, alma buena, pero también de un gran compromiso docente y un enorme sentido  de la justicia, lo que en ocasiones la ha llevado a atravesar por situaciones difíciles en un medio (el magisterial) que en ocasiones no suele ser tan terso como parece.

Hace algunos años, la maestra Cristy Espíritu fue víctima de acoso laboral, humillaciones y desprestigio público  por parte de algunos compañeros y directivos de la escuela secundaria José Vasconcelos donde desempeñaba sus funciones docentes, y pese a que lo tenía en apariencia todo en contra, la maestra Cristy Espíritu se embarcó en una búsqueda de justicia que llegó hasta la Comisión de Derechos Humanos, en donde también presentó una denuncia por esos agravios ocurridos en 2018.

De entonces a la fecha me tocó hablar de este tema de forma intermitente con la maestra víctima de esta lamentable situación y enterarme de que el litigio, aunque de forma lenta, llevaba su curso y ella estaba dispuesta a llegar hasta sus últimas consecuencias con el fin de defender su dignidad y de hacer justicia en contra de aquellos que la habían atropellado, un viacrusis que sin duda solo espíritus indoblegables como el de la maestra Cristy son capaces de resistir.

Fue apenas ayer, luego de todos estos años, que parece ser que la justicia empezó a extenderle la mano y por eso en un acto oficial encabezado por el propio secretario de Educación, Adolfo Núñez  y el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Roberto Ramírez, se le ofreció una disculpa pública por estos atropello cometidos en su contra, los cuales la afectaron significativamente en su carrera profesional y su vida personal.

Esta disculpa pública es un hecho histórico si tomamos en cuentan cuántos casos iguales o similares a lo largo de la historia magisterial colimense han quedado impunes y cuántos profesores y profesoras no han tenido más que la única opción de rumiar su propia impotencia ante la sordera o indiferencia de las instituciones ante este tipo de situaciones.

Por eso, en el discurso pronunciado por la maestra Cristy Espíritu, además de agradecer que se le haya hecho esta disculpa pública, fue enfática en advertir que todavía no estaba conforme puesto que esperaba que se hiciera justicia en contra de las personas que la agraviaron, quienes todavía permanecen impunes desempeñando sus funciones, una de ellas incluso como comisionada sindical.

No hay, pues, justicias pequeñas o grandes, aunque haya delitos menores y graves, de tal modo que lo sucedido a la maestra Cristy Espíritu sienta un importante precedente para todos los casos de acoso laboral y atropellos de todo tipo sufridos dentro de gremio magisterial, y pone además como signo de alerta la necesidad de crear mejores protocolos que sirvan para proteger la integridad moral de las víctimas que los padecen.

Ojalá que, como lo pidió la maestra Cristy Espíritu, la justicia se complete sancionando a los profesores que atropellaron sus derechos humanos pues, según lo expresado por la propia maestra, parece ser que la disculpa se acepta, pero todavía queda pendiente completar la justicia.

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