En días pasados el rector de la Universidad de Colima, Christian Torres Ortiz, confirmó el regreso a clases presenciales con asistencia tecnológica (como se ha venido haciendo en los últimos dos años) de todos los estudiantes universitarios, para el inicio del próximo ciclo escolar, que será a principios de febrero.
En entrevista, el rector universitario también fue enfático al confirmar que pese al aumento de casos por Covid-19, derivados de la nueva ola de contagios producida principalmente por la variante Omicron, la institución tiene establecidos protocolos estrictos que seguirán siendo implementados para evitar el incremento de contagios en el recinto universitario y, eventualmente, en la sociedad.
La nueva normalidad, según se desprende de las declaraciones del líder universitario, imponen que las actividades escolares continúen su curso ajustadas a estos protocolos y también tomando en cuenta que la situación actual es muy distinta a la vivida hace dos años, cuando no se contaba con la vacuna contra el Covid ni se tenían expectativas de la efectividad de ésta en la población.
Ahora se sabe que si bien haber sido vacunados no nos exime de contraer el virus, ni tampoco de que éste se nos pueda agravar de tal modo que ponga en riesgo nuestra vida, también sabemos que la carga viral en las personas vacunadas es menos potente que en las que no lo están y además que si se siguen los protocolos sanitarios debidos los riesgos de contagio disminuyen también.
A esto se refiere el rector cuando habla de un regreso a clases responsable y a la confianza que le da que este regreso no ponga en alerta a la comunidad universitaria porque hay factores (población vacunada, protocolos sanitarios estrictos, etcétera) que van a atenuar la transmisión del virus.
Ante las declaraciones del rector, es importante que, a fin de evitar suspicacias, la población en general y la comunidad universitaria en particular tenga conocimiento pleno de que la Universidad de Colima no arriesgaría a su población estudiantil ni a sus trabajadores si no existieran estas condiciones previas que acabo de mencionar y que, obviamente, exigen también responsabilidad y compromiso de parte de todos los involucrados en esta estrategia.
Sabemos que las olas de contagios, con cada nueva variante, suben, llegan a un clímax, y después descienden, por lo que se espera que para el regreso a clases universitario esta ola esté en su descenso y los riesgos de mayores contagios haya disminuido a niveles menos alarmantes.
De cualquier modo, los protocolos sanitarios deberán seguir siendo estrictos y el análisis constante del comportamiento de la pandemia debe devenir en algo consuetudinario por parte de las autoridades universitarias para poder reaccionar así en tiempo y forma en cualquier tipo eventualidad, no olvidemos que la pandemia ha cobrado ya muchas vidas y producido mucho dolor a nivel mundial, nacional y local.