balvanero@gmail.com / @Balvanero.B

Escribo desde mis circunstancias.
Desgranar y engarzar letras no es una actividad que se realice desde la objetividad; se intenta, se busca, pero es muy difícil. Son nuestros argumentos, nuestros juicios, nuestras palabras.
La mirada que mira como hemos aprendido, desaprendido y vuelto a aprender.
Somos insiders de y en nuestras narraciones.
Y, precisamente desde esta perspectiva es que quiero implicadamente agradecer.
En el lejano 1995, julio primero, ingresé a laborar en el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). Posteriormente, con un proceso largo que incluyó modificación constitucional, promulgación de una ley sobre la estadística y la geografía, así como la creación del SNIEG. En ese trayecto perdió la informática pero ganó la autonomía.
Mucha agua ha corrido bajo y sobre los puentes. No puedo presumir madurez -aunque debería estar- pero si muchos aprendizajes.
El INEGI de hoy es lo que inició a construirse desde el 25 de enero de 1983. De esos 42 años, hemos caminado juntos los últimos 30. Y sí, treinta son muchos, quizá porque el tango se quedó en los veinte.
El instituto responsable de la estadística y la geografía en el país —se podría decir que de medir y contar— no es sus edificios, aunque sean importantes, sino la suma de todas las personas que estuvieron y están. Esta historia no se inició con la autonomía, ni con las innovaciones más cercanas. Es la suma de esfuerzos, dedicación, trabajo responsable, de recorrer “n” veces la geografía nacional, de aplicar cientos de miles de cuestionarios en papel y posteriormente digitales, de aciertos y también descalabros.
No puedo más que agradecer, porque mucho de lo que hoy soy tiene que ver con este trayecto laboral de poco más de 432 meses. Grandes amistades y reitero que muchos aprendizajes.
Reconozco la valía de esta institución y lo que aporta a nuestro país, mi deseo es que defienda y haga valer su autonomía. Áreas de oportunidad, claro que tiene, pero considero que se trabaja en ello y si algunas no se logran ver desde dentro, las instituciones y personas usuarias pueden y deben hacer las observaciones pertinentes. No se puede avanzar con hipoacusia institucional; considero que no es el caso del INEGI.
Gracias por estos pocos más de 11 mil días compartidos, no sólo con el personal INEGI sino también con muchas personas que esta institución me propició la interacción.
Nuevamente, a riesgo de ser repetitivo intencional, me reitero agradecido.
Nos leemos en el próximo 2026; deseo para ustedes aquello que les haga feliz, que les propicie risas y les permita compartir en comunidad.