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Cada año, el 25 de noviembre, las miradas confluyen en el esfuerzo por reflexionar sobre la violencia estructural hacia las mujeres.
De muy larga data, estas violencias se han diluido en la normalización, en el “siempre ha sido así”. Han tomado forma de usos y costumbres que han estereotipado y cosificado a las mujeres.
Cada vez más —o eso creemos y esperamos— crece la percepción de que un mundo distinto es posible. A pesar de las resistencias, tanto veladas como explícitas, se observan nuevas formas de relación, sobre todo entre las generaciones más jóvenes.
La sociedad también dinamiza y diversifica sus maneras de interactuar, y ha adoptado las tecnologías de la información y comunicación (TIC) de forma acelerada y extendida. Sin embargo, ese espacio de virtualidad también ha sido y es escenario de violencias, ahora a través de las redes sociales y el ciberespacio
Personas interesadas en el fenómeno de la violencia hacia las mujeres, investigan, analizan y proponen sobre esta problemática —que limita de manera profunda el desarrollo de las mujeres— y también llaman a la reflexión sobre los hechos que ocurren en y a través de internet.
Es por ello que la ONU ha propuesto como lema este 2025: ÚNETE para poner fin a la violencia digital contra las mujeres y las niñas. En su sitio web el organismo internacional al respecto señala que: es una forma de violencia en aumento debido a la débil regulación tecnológica, una falta de reconocimiento legal de este tipo de agresiones en algunos países, la impunidad de las plataformas, las nuevas y rápidas formas de abuso con IA, los movimientos contrarios a la igualdad de género, el anonimato de los agresores y el escaso apoyo a las víctimas digitales.
Las manifestaciones de esta violencia son muchas: intimidación, amenazas, difusión de imágenes sin consentimiento, suplantación de identidad, campañas de odio, entre otras.
Una de estas manifestaciones es el ciberacoso. La UNICEF lo define como “acoso o intimidación por medio de las tecnologías digitales”; puede ser en redes sociales, plataformas de mensajería o de juegos.
En nuestro país el INEGI genera estadísticas sobre el Ciberacoso desde el 2015. Para el 2024 reportó que el 22.2% de las mujeres y 19.6 % de los hombres de 12 años y más experimentaron ciberacoso. Este programa analiza diversas dimensiones relacionadas, como las situaciones específicas, las personas agresoras, las consecuencias y las medidas tomadas por quienes lo padecieron.
Sin embargo el enfoque y atención de esta problemática debe ser integral. Las diferentes manifestaciones de violencia hacia las mujeres necesitan ser atendidas más allá de los discursos de efemérides, con acciones reales, concretas, situadas, comprometidas y efectivas.

