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Se difundió profusamente en los medios locales. No faltaron los videos que se hicieron virales en las redes. Un accidente, más, de personas que laboran en el campo.

No es la primera vez. Sucedió hoy, como en el pasado, pero ello no implica aceptar la normalización de una práctica que esta fuera del marco normativo y lejos del trato humanitario a personas que cosechan alimentos y en las cuales las desigualdades parece que han encontrado destino y fin.

El hecho se dio el martes 19 de noviembre, por la mañana, en la carretera Colima-Manzanillo; una persona falleció y otras resultaron lesionadas.

También se dice, que muchas de las personas que laboran en estas condiciones en el campo, lo hacen desde la informalidad. Trasladados de manera ilegal en camionetas, de pie, en hacinamiento, por carreteras y caminos federales, estatales, municipales.

El INEGI (ENOE) reportó en el segundo trimestre de este año 37,937 personas trabajando en actividades del campo (agrícolas, ganadería, silvicultura, caza y pesca). El 74.5 por ciento varones y el 25.5% mujeres. ¿Cuántas de ellas son transportadas a sus lugares de trabajo de manera insegura, riesgosa? ¿cuántas tienen seguridad social?

Pensándolo bien, no se trata de leyes sino de la aplicación de estas. La pregunta debería de ser ¿y la autoridad?

No es el único caso de no aplicación de las leyes, desafortunadamente. Ejemplos abundan, en todos los ámbitos.

En lo cercano, en lo municipal, por citar un hecho, es cotidiano observar que los reglamentos de tránsito están de adorno: vehículos pasando con luz roja, vueltas en lugares prohibidos, estacionarse donde no se debe, etcétera; y, habría que decirlo, mucho de esto con actitudes, en ocasiones, de violencia. La permisividad cotidiana, la impunidad rampante. Insisto, sólo un ejemplo.

Las autoridades de cada nivel de responsabilidad deben atenderlas. No se pide, por ejemplo, al ámbito federal que vigile y sanciones las infracciones de tránsito en las ciudades. Pero sí se debería exigir que cada institución asuma y haga cumplir las normas en su ámbito de competencia.

No hacerlo, crea espacios de impunidad cada vez más amplios, como las olas que una piedra genera en un estanque. Pero acá, estamos sufriendo las olas intermitentes de muchas piedras, de todos tamaños, pesos, procedencias.

Regresando al lamentable accidente. Ese vehículo no debió circular en las citadas condiciones. ¿Seguirán transitando vehículos en similares circunstancias? ¿Y la autoridad que debe aplicar la ley?

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