QUEDÓ consumada la idea del aún presidente de México de protegerse con el Ejército en las calles, como lo hace en Palacio Nacional (por eso se fue a vivir ahí), luego de que su partido Morena (aunque acaba de renunciar a esta militancia) aprobara también en la Cámara de Senadores que la Guardia Nacional se integre a la estructura orgánica de la Secretaría de la Defensa Nacional y, con ello, quedar bajo el mando de generales, lo que en la práctica ya venía ocurriendo.

Esto es muy riesgoso y hasta peligroso para los mexicanos porque, de entrada, el Ejército Mexicano no está preparado para hacer labores de seguridad pública ni para respetar los derechos humanos de los mexicanos. Está hecho para otras cosas que tienen que ver principalmente con la seguridad nacional y la defensa de la soberanía del país, así como el apoyo a la población en casos de desastres naturales.

Los diputados y senadores de Morena que primero se pusieron al servicio del presidente que se va y se pondrán a las órdenes de la presidenta que llega, no de los ciudadanos o del pueblo, también avalaron crear una ley de seguridad interior que regule la participación de los militares en este ámbito y que los delitos sean investigados por el Ministerio Público, las policías y la GN, así como que su personal tendrá origen militar con formación policial y estarán adscritos a la SEDENA y ejecutarán la Estrategia Nacional de Seguridad Pública.

Muchos mexicanos se preguntan si este cambio modificará la política o “estrategia” fallida de abrazos, no balazos, que practicó el aún presidente López Obrador y que no hizo prácticamente nada por parar los homicidios dolosos que causan temor entre la gente y los delitos como la desaparición, la extorsión, el secuestro y el robo que causan un gran dolor o daño a la población. Seguramente seguiremos viendo cómo la Guardia Nacional y el Ejército acuden a los lugares de los hechos delictivos sólo a contar los muertos y los heridos, pero no a intervenir, excepto si son agredidos.

Por lo pronto, expertos de la ONU consideraron que es extremadamente preocupante la reforma que aprobó el Senado de la República para trasladar al Ejército el control de la Guardia Nacional, ya que esta modificación constitucional podría aumentar el riesgo de abusos contra los derechos humanos, incluyendo tortura, detención arbitraria, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales. Sin duda.

Aunque el presidente López Obrador y Morena vendieron la idea al iniciar el sexenio que termina, la GN no se formó para combatir la delincuencia organizada y la inseguridad pública, sino para controlar conatos de violencia de manifestantes y otro tipo de inconformidades mayúsculas que pongan en riesgo la seguridad de los gobiernos morenistas y sus representantes; es para controlar al pueblo bueno que se inconforme por las acciones o decisiones que se toman y se van a tomar en los próximos años, por lo que se esperan más días negros en México con este cuatrotero gobierno que primero busca protegerse y después proteger al pueblo bueno, al que vota por ellos.

REPETIMOS: el dengue es mortal, como otras enfermedades graves. Ya no es aquella simple fiebre y dolor de cabeza, huesos y articulaciones que tardaban sólo unos días. No, el dengue ahora es dengue no grave, dengue con signos de alarma y dengue grave, siendo éstos dos últimos los que pueden llevar a las personas a la muerte. Y según datos oficiales de la Secretaría de Salud federal, este año se han registrado 18 mil 476 casos probables de dengue en el estado, de los cuales mil 619 han sido dengue no grave y mil 660 dengue con signos de alarma y dengue grave, para un total de 3 mil 279 casos confirmados y seis muertes confirmadas, además de 7 defunciones en estudio y 20 muertes descartadas. Pese a esta grave situación, en donde primero se constituyó en un brote epidémico allá por abril o mayo y después en una epidemia desde julio o agosto pasado, no se ha realizado la inversión que se requiere para tratar así esta situación y evitar que esto se salga totalmente de control (estamos en los dos meses más lluviosos), pero sobre todo para evitar que haya más enfermos y más muertes. A reserva de confirmarlo, se puede decir que no se había dado una situación del dengue tan preocupante como la de ahora en la historia de esta enfermedad en el estado y no se ha respondido de la misma manera o como lo demanda la misma. Ha faltado integrar un plan emergente para evitar que la situación se agrave aún más. Mientras eso llegue a pasar, sólo nos queda recordar que cada quien puede poner de su parte y cuidarse de esta enfermedad que cada vez es más letal: cada semana hay que limpiar, tapar, voltear y tirar los recipientes o artículos que almacenan agua o pueden almacenar agua en patios y azoteas, a fin de evitar la creación de criaderos del mosco transmisor.

POR lo pronto, la diputada local Andrea Naranjo Alcaraz se aventó una nueva joyita en salud al declarar optimista a manera de despedida como presidenta de la Comisión de Salud del Congreso del Estado que: “El sistema de salud enfrenta un reto significativo (hasta ahora se dio cuenta), pero podemos afirmar que, en lo que va de la presente administración gubernamental, hemos avanzado respecto a la situación de 2021. Sin embargo, aún queda mucho por hacer”. Para desgracia de los colimenses es que este tipo de declaraciones que buscan minimizar o invisibilizar los problemas no van a terminar porque esta diputada que prácticamente no hizo nada por la salud de los colimenses va a ser nada menos que la coordinadora del grupo parlamentario de Morena. O sea que va a seguir haciendo la misma historia.

LO dicho: el servicio de transporte urbano va a seguir en las mismas. Y es que aquella flamante renovación de unidades para este servicio que se anunció cuando se autorizó el aumento de la tarifa va a quedar en una simple adquisición de 3 unidades nuevas y 10 seminuevas y la rehabilitación de 27 camiones, según lo informó el presidente del Sistema Integral del Transporte en Colima (Sintra), quien dijo que esto es en respuesta a “los compromisos asumidos con el Gobierno del Estado para mejorar el transporte público en la zona conurbada”. Quisiera equivocarme, pero algo parecido sucederá en el caso del servicio de transporte de Manzanillo y Tecomán. Pero más allá de esta “renovación” de unidades, lo que más importa es que los transportistas otorguen un buen servicio, lo cual se agravó más después de la pandemia de Covid-19. ¿De qué sirve que haya algunas unidades nuevas, seminuevas y rehabilitadas si el servicio se va seguir dando de la misma manera, como se ajuste a los transportistas, no como lo demanda la población? Nos referimos al respeto de los horarios y a la contratación de atentos y buenos choferes, simplemente. En esto han quedado a deber mucho los concesionarios de este transporte (igual los taxis y los taxistas en donde al abuso es el sello de este servicio). Po lo que se ve, un buen servicio del transporte público es una asignatura pendiente que dejaría también el actual Gobierno del Estado con la población.

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