balvanero@gmail.com / @Balvanero.B

Todo proceso que implica construcción inicia en un aparente caos.

Hemos concluido el proceso electoral y ahora estamos en la etapa -lluvia han llamado algunos medios- de impugnaciones.

No es posible, o no debería serlo, transitar por unas y otras elecciones sin tomar aprendizajes; como las etapas de la vida, personal y en común, de todo se puede aprender.

Un elemento que contribuye al caos es la polarización; el no concebir, ni por asomo, la posible convivencia y puntos de acuerdo con aquellos que en algunas cuestiones no piensan como yo. Es más fuerte el mirarnos diferentes y ajenos, irreconciliables, intratables, en el límite del otrora valor de la tolerancia.

¿Es posible que personas que no piensan igual, en política, religión y futbol -por señalar temas controversiales- puedan convivir sin llegar a la confrontación personal?

Pienso que sí, aunque hay muchas evidencias de lo contrario.

¿En qué punto podemos coincidir? En la construcción de ciudadanía, un aspecto fundamental son los derechos; y éstos, por definición, son para todas y todos. Ahí tenemos un punto en común, importante.

Todos los derechos, en algún momento de la historia, han tenido que ser exigidos, se ha tenido que luchar por ellos. Hoy en día ejercemos algunos y exigimos otros. Señala Luis Arriaga Valenzuela -entrevistado por Almudena Barragán para El País, publicada el pasado 28 de mayo-, que “los derechos humanos no son un regalo, son producto de luchas históricas en las que ha muerto mucha gente para que sucedieran”.

Y, en esta línea de pensamiento, los derechos son para ejercerlos, para vivirlos, pero para ello es preciso conocerlos.

Derecho a la libertad de expresión, al libre tránsito, a reunirse, a tener un nombre, a no vivir discriminación por ningún motivo, a información plural y oportuna, a un trabajo digno, entre otros.

En la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENDUCI) 2020, realizada por el INEGI, el 36.3% de la población de 15 años y más considera que la frase “tener responsabilidades” describe mejor a un ciudadano; en tanto que 29.4% eligió “tener derechos”.

La ciudadanía conoce y ejerce sus derechos; también, conoce y cumple con sus obligaciones. No hay solo derechos, conlleva obligaciones, en esta reflexión interiorizada está la posibilidad de convivir con todas las personas.

Una tarea primera, sería entonces, conocer nuestros derechos y nuestras obligaciones. Ejercer los primeros y cumplir las segundas. Más allá de las diferencias, los derechos-obligaciones, son lazos sólidos que nos unen.

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