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                         A quienes quieren vivir

Fernando Savater nos comparte lo que escribió a su hijo sobre la ética. Ha sido desde entonces (1991) una lectura que en el bachillerato se sugiere -bueno, no sé si todavía lo sea-.

En ese libro, Ética para Amador, un tema es la muerte, en relación a la vida, no puede haber otro enfoque que este, pienso. Entre muchas otras cosas, señala que la muerte simplifica los deseos, en cambio la vida es compleja.

Esta realidad -ser para la muerte, escribió Heidegger-, es compañera de nuestro trayecto de vida, vaya paradoja.

Habrá quien actué en relación en ese tránsito y lo convierta en su leitmotiv, muchas veces sin saberlo. La cultura mexicana está arraigada en esa valentía o desdén hacia la muerte, lo que, muchas de las veces, genera inconciencia que atañe a terceras personas.

Canciones, poemas, películas, llevan ese sentimiento, hondo, profundo. Octavio Paz lo narra de una manera magistral en su libro “El laberinto de la soledad” (1992), concretamente en “Todos Santos, día de muertos”.

“Vivir para contarla”, “la vida no vale nada”, “si para morir nacimos”, “de algo me he de morir”, “cuando te toca, aunque te quites… y cuando no, aunque te pongas”, “el que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe”, “poco veneno no mata”, “el pez por la boca muere”, “nadie sale vivo de esta vida”…. Refranes populares que reflejan una filosofía de vida.

Mucho se ha reflexionado de esa manera de conducirnos por la vida, de muchas personas, que tiene que ver, de alguna manera, con estas actitudes. Se ha citado, por ejemplo, las tragedias en las autopistas, carreteras, avenidas, por conducirse sin el mínimo respeto por la propia vida, menos por la de los demás. Solo es un ejemplo.

También los hay que se van acabando lentamente, por decisión propia, o por indecisión, también podría ser.

Recientemente el INEGI dio a conocer las Estadísticas de Defunciones Registradas. ¿De qué? ¿Dónde? ¿características?, entre otras variables se pueden analizar.

Socializo dos datos. A pesar de que hay una tendencia a disminuir la cantidad de defunciones, la pandemia recientemente vivida generó un pico de mortandad impresionante, aún no se recuperan esos niveles previos a esos años aciago: en el 2019 la tasa de defunciones registradas por cada 100 mil habitantes -entre enero y septiembre- fue de 438.52, para el año pasado fue de 456.52

En relación a dónde se presenta mayor incidencia, tomando la misma tasa, el primer lugar lo tiene la CDMX con 619.61 y en segundo lugar Colima, con 581.86 decesos por cada 100 mil habitantes.

Y, en tu caso, ¿tu vida está regida por la certeza de la muerte?

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