El uso de plantas como mariguana, la ayahuasca y los hongos en ceremonias, se ha vuelto una tendencia o una forma en la que se busca aliviar enfermedades mentales como la depresión o la ansiedad, pero ¿qué tan cierto es que las personas mejoran al emplear esas sustancias? ¿Por qué es importarte analizar el consumo de la herbolaria en la salud mental, si es natural y en teoría no tiene efectos secundarios?
Al respecto, Mónica Ríos Silva, profesora investigadora del Centro Universitario de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Colima (CUIB), comentó que las enfermedades mentales presentan un espectro amplio de síntomas emocionales y aunque algunos de ellos se perciben en el pecho, todas se originan en regiones del cerebro humano agrupadas en el llamado sistema límbico.
“Nuestro cerebro -explicó- está diseñado para responder a lo que sucede a nuestro alrededor, para ello, produce algunos neurotransmisores que nos estimulan a estar alerta, contentos, felices y satisfechos; otros, nos permiten estar más tranquilos, pasivos y también tristes o insatisfechos; estos neurotransmisores entran en circuitos de recompensa y de satisfacción, que nos mantienen siempre en un balance”.
La investigadora dijo que situaciones externas o daños estructurales en el cerebro pueden afectar a los neurotransmisores, alterando la sintomatología de la salud mental o de enfermedades mentales ya existentes.
En un cerebro ansioso, por ejemplo, “tenemos una hormona llamada cortisol, que tiene funciones tanto dentro como fuera del cerebro y puede interferir con dopamina, noradrenalina o serotonina, que generalmente están reguladas al alta; esta combinación nos tendrá en sobre activación y permanentemente alertas, aunque no exista un daño potencial hacia nuestra salud”.
En cambio, en un cerebro deprimido existe un incremento de neurotransmisores que inhiben la función GABA, que es un neurotransmisor inhibitorio, el cual “está incrementado en pacientes deprimidos; en ellos, los neurotransmisores excitadores como la serotonina están disminuidos”.
Si bien la depresión y la ansiedad se ubican en polos opuestos del espectro emocional, la realidad es más compleja. Las interacciones entre las regiones cerebrales varían según el tipo de estado de salud mental: depresión, ansiedad generalizada, trastorno bipolar, etcétera. Eso determina la sintomatología y el tratamiento adecuado.
Generalmente cuando una persona presenta emociones como tristeza, cansancio, soledad o miedo se asumen como algo temporal. Para calmarlas se recurre a la herbolaria, ya que, al ser las plantas naturales, se asume que no presentan efectos secundarios.
Se recurre a rituales donde se utilizan las plantas para contactar ancestros y sanar; “sin embargo, recordemos que el origen de muchas drogas fueron plantas, lo cual podría generar una adicción y si no se administra de forma correcta y con un diagnóstico adecuado, los síntomas podrían exacerbarse o bien agravarse”.
Todo sentimiento de tristeza, miedo, soledad, que permanezca en el tiempo, dijo la académica, “debe tener un diagnóstico hecho por especialistas, ya que recurrir a este tipo de prácticas podría exacerbar la enfermedad”.
La persona, ejemplificó, puede pasar de síntomas aislados de ansiedad a un trastorno generalizado de ansiedad, “pero no es que la planta lo provoque, sino que hay sustancias que interactúan con receptores de los neurotransmisores alterados. Por un momento podrían sentir una sensación de tranquilidad, pero cuando pasa el efecto, se vuelve a la sintomatología previa, lo mismo que pasa con los fármacos”.
La principal diferencia entre el tratamiento con fármacos y plantas medicinales para la salud mental radica en el seguimiento médico. En el primer caso, se realiza una evaluación previa y un seguimiento para ajustar la dosis si es necesario.
En cambio, el uso de plantas medicinales suele carecer de diagnóstico médico, como evidenció un estudio en México sobre el “Uso de plantas medicinales en pacientes con síntomas de ansiedad generalizada” (Romero-Cerecero, 2019). Dicho estudio reveló que la mitad de los participantes no tenían un diagnóstico formal.
Al recurrir a la herbolaria sin un diagnóstico médico adecuado, se corre el riesgo de no identificar la causa de los síntomas, ya sean leves, moderados o graves. Además, la falta de conocimiento sobre las dosis y el tratamiento específicos de cada planta puede generar interacciones peligrosas con otros medicamentos, aumentando el riesgo de sufrir efectos adversos graves, incluso mortales, especialmente en el hígado o los riñones.
Es importante, dijo Mónica Ríos, tener claro que siempre que se consuma algún fármaco o planta, se debe conocer la situación médica de las personas y consumir sólo aquellas que ya tengan estudios que avalen el efecto. Por ejemplo, “las plantas que incrementan el sistema GABA, que es el inhibidor, podrían ser buenas para quienes tienen ansiedad, mientras que las que incrementan el sistema serotoninérgico podrían mejorar la depresión”.
Si bien la pasiflora, la valeriana y la manzanilla poseen estudios que avalan su uso en trastornos neuropsiquiátricos, es crucial que la población comprenda que su origen natural no las exime de riesgos. Esas plantas no son completamente inocuas y pueden tener efectos secundarios o interactuar con otros medicamentos.
A la manzanilla, aunque es la más noble de todas, “se le asocian efectos adversos como la alergia, que es difícil de predecir. Las otras 2 pueden provocar somnolencia excesiva. Ese efecto sedante puede poner en riesgo a las personas que conducen o realizan procedimientos en los que necesitan estar alertas, sobre todo si interactúan con otros antidepresivos o ansiolíticos.
Por otro lado, dijo, el efecto placebo juega un papel importante en la recuperación. Este efecto se refiere a la mejora que experimenta un paciente al recibir un tratamiento inactivo, debido a su propia expectativa de mejora. La esperanza y el pensamiento positivo pueden generar un beneficio real, especialmente en enfermedades leves o transitorias. Sin embargo, en casos graves, el efecto placebo puede ser insuficiente y retrasar la búsqueda de un tratamiento adecuado.
La evaluación médica y psicológica es fundamental para determinar el mejor curso de acción. La investigadora concluyó que “el beneficio debe ser mucho mayor que el posible riesgo”. Sólo un profesional de la salud, añadió, puede evaluar la gravedad de la condición y recomendar el tratamiento más eficaz, ya sea con plantas medicinales, fármacos o una combinación de ambos, “porque la salud mental es tan importante como la salud física”.