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Esa palabra seductora. Negada pero buscada.

Poder…

En estos tiempos de (pre/inter)campañas en los discursos prevalecen(rán) algunas palabras: servicio, distancia -no soy como-, modelo (el propio), interés común (sobre el particular o de grupo), inclusión, igualdad, justicia, derechos….

Pasada el agua bajo el puente, viene el ejercicio del poder. Poder al servicio de (mi)… Un poder que marea, que obnubila, que hace perder piso, que olvida pronto. Ejercicio que se estrella con una realidad que, muchas de las veces, puede superar las propias y ajenas expectativas (posibilidades).

Hay, lo sabemos, distintos tipos de poderes: el poder como vínculo (John Locke), el poder como sustancia (Thomas de Hobbes). El primero, jerárquico, vertical; el segundo, que pertenece a la comunidad no al individuo, horizontal. El poder que construye o el poder que aniquila.

No hay de otra; todos los días, en todos los contextos, estamos inmersos en relaciones de poder. Se habla de primer, segundo, tercer, cuarto y quinto poder. Hay para dar y prestar.

También es necesario impulsar otros poderes. Por ejemplo, el de la ciudadanía. Se habla de empoderar, este es descrito -en una primera acepción- como: Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido (RAE). Que los grupos tradicionalmente vulnerados puedan hacer valer sus derechos.

Cuando revisamos estos grupos, que los describe CONAPRED como grupos en situación de discriminación, encontramos a la mayoría de la población en nuestro país. Literal, uno de esos grupos son las mujeres, que constituyen el 51.2% del total del país (INEGI, 2020).

En este contexto del poder y el empoderamiento, hay una actividad que realiza y promueve el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), un concurso que ha denominado “El poder de las audiencias” (cuarta edición), dirigido a otro grupo en situación de discriminación, como son las y los jóvenes.

El objetivo de este concurso es: crear contenidos que empoderen a las personas para consumir de manera consciente e informada los contenidos audiovisuales que se ofertan en las distintas plataformas del ecosistema mediático.

Pueden participar estudiantes del nivel licenciatura del país. Es un buen ejercicio que permite el análisis, la crítica, la elaboración y difusión de las ideas de un importante segmento de la juventud.

Hoy, y siempre, que se hace necesario distinguir tanta información que se nos ofrece, ejercicios que promuevan la reflexión sobre lo que consumismos, con apertura a la creatividad, son espacios para aprovechar.

Si no estamos en esa etapa etarea -divino tesoro cantaba el poeta-, podemos promover que jóvenes del nivel superior, de instituciones públicas y privadas, participen.

El tema de este cuarto concurso de empoderamiento de las audiencias es: el poder elegir de manera consciente el contenido a consumir.

Ahí, de los derechos de las audiencias, uno fundamental: la libertad al elegir, no lo que haya, lo que esté de moda, lo que inunda las redes, sino aquello que en consciencia y de manera libre se decida elegir.

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