Nadie (o casi nadie) es profeta en su tierra y el caso del panista Jorge Luis Preciado no es la excepción. Una campaña negra en las elecciones a la gubernatura que perdió en 2015 terminó por estigmatizarlo en muchos sectores de la población como un político de baja calaña, borracho y arrabalero, pero es un estigma de suyo inexacto.

En realidad, Preciado Rodríguez es un político culto, de real sensibilidad, gran conocedor de la realidad del país y hábil en el ámbito de las estrategias electorales. No hablo de oídas, lo sé por experiencia propia. Sin embargo, ahora que se ha lanzado para obtener la candidatura a la presidencia de la República por la alianza “Va por México”, conformada por PAN-PRI-PRD, muchos de sus paisanos colimenses (incluidos algunos de sus cofrades panistas) se rieron de él.

Esas risas no me impiden ser prudente. Jorge Luis Preciado puede ser intrépido y hasta locuaz (ese tipo de locuacidad llena de inventiva), pero no tiene un pelo de tonto, y si se ha lanzado en esta cruzada de recorrer treinta estados del país en busca de las firmas que le permitan conseguir su propósito no es sólo porque tenga la convicción de que pueda ganar la candidatura a la presidencia de la República, sino, lo que es aún mejor, porque tiene la certeza de que puede dirigir los destinos de este país.

¿Es eso una locura? No lo creo, ¿por qué tendría que serlo si tiene, como dije, un conocimiento claro de las problemáticas del país y de las soluciones para resolverlas? Pero, además, Preciado Rodríguez (quien, ante el asombro de propios y extraños, ya fuera también ex coordinador de la bancada del PAN en el senado) tiene una estrecha relación con muchos de los integrantes de la clase política nacional en la que se ha sabido mover realmente como un pez en el agua.

Esta buena conexión con el escenario político nacional no ha sido gratuita, como muchos lo podrían creer, ni tampoco ha sido generada solo por haber sido diputado federal y senador de la República, sino también porque ha sido un elemento crucial de triunfo en campañas exitosas en las que ha participado directamente, como por ejemplo la de Marcos Covarrubias en Baja California Sur (en 2011), Carlos Joaquín González en Quintana Roo (en 2016), Javier Corral en Chihuahua (en 2016), Cabeza de Vaca en Tamaulipas (en 2016) Mauricio Vila en Yucatán (en 2018), Mauricio Kuri en Aguascalientes (en 2022), etcétera.

No nos extrañe, pues, que de no conseguir la candidatura a la presidencia de la República, Preciado Rodríguez podría pasar, de un solo salto, de ser regidor del cabildo manzanillense a ser otra vez, digamos, un influyente legislador federal (coordinador de su propia bancada), o el próximo dirigente nacional del PAN, o incluso el prospecto más fuerte de la posible alianza política opositora para la gubernatura de Colima en 2027.

En cualquier caso, en esta travesía Preciado Rodríguez se hace acompañar de su familia, su mujer embarazada y su pequeño hijo, claro mensaje para entender cuáles serán las bases fundamentales que sostendrá su proyecto y sus propuestas políticas. No seamos, pues, remilgosos (por decir lo menos): debería darnos gusto que el nombre de un paisano nuestro esté legítimamente en la pelea por una candidatura a la presidencia de la República y que, la gane o no la gane, su mera determinación es suficiente para llenarnos de orgullo.