*Juana María Jiménez Vargas, investigadora de la Facultad de Ciencias Químicas, habló en conferencia sobre lo que causa este veneno en el organismo, así como de su utilidad como terapia para algunos padecimientos que impliquen bacterias, parásitos o virus.

¿Comer alacranes nos vuelve inmunes a su veneno?, ¿colocar sal o ajo en la picadura evita que tengamos síntomas graves?, ¿todos los alacranes son venenosos?, ¿cómo distingo a un alacrán venenoso de uno que no lo es? Sobre estos temas habló la Doctora Juana María Jiménez Vargas, investigadora de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Colima, en la conferencia: “Poco veneno, ¿no mata?”, como parte de las actividades por los 40 años de investigación en esta casa de estudios.

El ecosistema y la ecología, dijo la investigadora, permiten que Colima tenga una gran distribución de especies de alacrán. Aunque no todos son venenosos, una pequeña cantidad de su veneno puede causar alteraciones graves en los seres humanos o sus presas, debido a que esta sustancia contiene encimas que ayudan a dispersar los componentes más tóxicos.

“Al momento que nos pica un alacrán, el veneno tiene unos dispersadores que pasan las barreras de la célula, que cortan las grasas y el ácido hialurónico de la piel, generando pequeños caminos para que estos componentes conocidos como toxinas, se dispersen por todo el cuerpo; esto les permite llegar a unos receptores que se encuentran en las células, generando cambios sobre todo en el sistema nervioso y el sistema cardiaco y provocando cambios y alteraciones fisiológicas en el organismo que se pueden manifestar de diferentes formas”, explicó la investigadora.

Los síntomas más leves por la picadura de un alacrán venenoso, dijo Jiménez Vargas, son un simple dolor en la zona de la picadura, escalofríos, sudoraciones, salivaciones y escurrimiento nasal, mientras que los severos se caracterizan por un entumecimiento, comenzando en la zona de la picadura y extendiéndose a distintas zonas en horas o minutos. También se pueden presentar problemas respiratorios, cardíacos e incluso la muerte si no se atiende a tiempo. Si la picadura fue por una especie no tóxica, sólo se sentirá un pinchazo y un pequeño ardor.

De acuerdo con la investigadora, no todas las personas presentarán los mismos síntomas; esto depende de la especie del arácnido y la cantidad de veneno, ya que no todos los alacranes inyectan toda la sustancia, pues “secretar esa cantidad de veneno requiere de mucha energía y es un gasto bastante grande para el alacrán”. Además, si ya cazó, tendrá menor cantidad de veneno; por lo tanto, administrará una menor cantidad y los síntomas pueden ser más leves.

Otro aspecto a considerar es el estado físico del individuo que es picado; “hemos visto que quienes presentan más síntomas son niños, bebés y ancianos. En adultos de entre 20 y 50 años los síntomas varían mucho, dependen de la actividad física que realicen, la cantidad de agua que toman y el metabolismo, por lo que los signos pueden ser muy leves”.

¿Cómo distinguir un alacrán tóxico de uno que no lo es? De acuerdo con la Dra. Juana María, las especies tóxicas son aquellas de menor tamaño; sus pinzas y cuerpo son delgados, tienen rayas claras y oscuras, su cola es más alargada, sus segmentos son ovalados y tienen dos pequeños aguijones, mientras que los no tóxicos son de cuerpo grueso y corpulento, pinza gruesa, grandes, su cola es cuadrada y el último segmento presenta un aguijón.

“Lo más importante en una picadura es acudir a un centro de salud; estando una vez allí, si vemos que sólo dolió el piquete, es que no pasó a mayores. Siempre es mejor estar cerca de estos centros, porque se ha visto, sobre todo en infantes, que los papás no acuden o acuden ya muy tarde y es muy difícil sacar al niño después de dos horas que fue picado por el alacrán, porque el antiveneno ya no funciona como debe ser”, dijo la investigadora.

Algunos síntomas que podrían ayudar a distinguir si el alacrán es o no tóxico es el adormecimiento y que la garganta se comience a bloquear; “en ese momento hay que correr al centro de salud: también podría ser el enrojecimiento en la picadura, aunque esto sucede muy poco”.

La investigadora hizo énfasis acerca de que la inmunidad al veneno del alacrán no existe, ya que hay personas que realizan diversas actividades para supuestamente crearla, por ejemplo, comerse un alacrán, colocarlos en alcohol e ingerir este líquido; “la naturaleza de las toxinas es que son péptidos y si los meto en alcohol, los vamos a destruir; además, en la boca, en el intestino, en el tracto digestivo tenemos enzimas que destruyen estos péptidos, por lo que el veneno de forma oral no tiene ningún efecto”.

Entonces, “si a una persona le picó y no tuvo síntomas, se debe a que éste no era tóxico, no inyectó veneno o simplemente picó, pero no tenía veneno, por lo tanto, no hay tal inmunidad”.

Otro de los mitos es que las personas de “aspecto o actitud fuerte”, no sólo no les hace daño el veneno, sino que además matan a los alacranes. El hecho de que éstos mueran explicó, se debe al gasto de energía que liberan “y a veces también porque lo aplastamos y no nos damos cuenta”.

Sobre si funciona machacar un ajo o hacer una especie de masa de sal con saliva y ponerlo sobre la picadura o incluso realizar un torniquete evita que siga avanzado el veneno, Jiménez Vargas dijo que no, e incluso la última opción puede ser contraproducente “porque ayudas a que el veneno circule mucho más rápido; ni siquiera hay que succionarlo”.

Tampoco es necesario llevar el alacrán al centro de salud, ya que una gran ventaja del antiveneno que existe en el país es que contiene información de las cuatro especies más tóxicas de toda la República Mexicana.

Finalmente, comentó que el estudio de los venenos no sólo es necesario para conocer sus componentes, los síntomas que desencadena o para el desarrollo de antivenenos, sino que estas toxinas pueden tener otras aplicaciones en la medicina como agentes terapéuticos, antifúngicos, analgésicos, antiparasitarios, antivirales, antibacterianos, o contra el cáncer. De hecho, dijo “hemos identificado en varias especies de alacrán que tienen actividades antivirales contra el SARS COV 2”.