A pesar de que por decreto presidencial del 1 de diciembre de 2018, desapareció la corrupción de la faz del país, y de que desde esa fecha impera en México la elección democrática de sus dirigentes, incluidos los gremiales, el primer mal sigue gozando de cabal salud, y los cacicazgos en las organizaciones sindicales y de productores del campo continúan vivos y coleando.

Ejemplos hay muchos, como el de la Unión de Productores Rurales de Caña de Azúcar Abastecedores del Ingenio Quesería donde su presidente, Rogelio Velasco Larios, lleva treinta años continuos sacrificándose por sus agremiados que no han podido relevarlo para que descanse. Si bien los compañeros de gremio de Velasco Larios han intentado jubilarlo, éste se aferra al jugoso cargo respaldado por Carlos Blackaller Ayala, desde el año 2010 Presidente de Unión Nacional de Cañeros A.C. fundada en 1973 por Jesús González Cortázar.

Como que perpetuarse en los cargos directivos es uso y costumbre en las organizaciones de productores. A pesar de que la misión de la UNC de Blackaller Ayala es “representar firmemente, dentro del marco ético y legal, los intereses de los productores de caña, enfocados en el desarrollo constante y aprovechamiento de las áreas de oportunidad que consoliden la agroindustria de la caña de azúcar en México”, la realidad es que sus dirigentes sólo van tras los ingresos que por tonelada de caña de azúcar le entregan los ingenios como el de Quesería, que se les traducen en cantidades millonarias de las que no le rinden cuentas a nadie.

Los valores de equidad y justicia, ética y apego a la legalidad, que pregona la UNC de Blackaller Ayala, los miembros de Unión de Productores Rurales de Caña de Azúcar Abastecedores del Ingenio Quesería no los ven reflejados en las actitudes y desempeño de su eternizado dirigente ni en las decisiones que toma sin su consentimiento. Tampoco se ve por ningún lado que honren la “visión social empresarial a través de la cual se detectan y analizan las oportunidades en el sector azucarero, proponiendo y realizando acciones para lograr los mejores resultados tanto para los agricultores como para la agroindustria mexicana de la caña de azúcar”.

La Cuarta Transformación pronto cumplirá sus primeros cinco años de vida sin que los males dizque heredados del neoliberalismo y de los perversos conservadores, como la corrupción y el caciquismo en las organizaciones gremiales, hayan desparecido para darle paso al manejo honesto de sus recursos económicos y a la elección democrática de sus dirigentes.

Las lamentaciones y lamentadas de los productores rurales de caña de azúcar que abastecen al Ingenio de Quesería, hasta ahora, han caído en los oídos sordos de las autoridades de la 4T responsables de vigilar que los dirigentes gremiales apeguen sus actos a la normatividad vigente. Si no hablan fuerte y no pasan de sus demandas reivindicatorias a la acción concreta, efectiva, tendrá que aguantar a Blackaller Ayala otra docena de años, y a Velasco Larios tres décadas más. Advertidos están. ¡De Nada¡

EL ACABO

*Otro líder vitalicio, el Secretario General del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado, Martín Flores Castañeda, sigue soñando que desde Palacio Nacional rescatarán al quebrado Instituto de Pensiones de los Servidores Públicos del Estado de Colima, con unos mil doscientos millones de pesos libres de polvo y paja, vana esperanza por la que no les exige a la gobernadora y a los exgobernadores como José Ignacio Peralta y Mario Anguiano Moreno, por ejemplo, que se pongan a mano con el dinero que no le entregaron en su oportunidad al IPECOL.

*”Acudimos con los tres aspirantes a dirigir el Comité de Defensa de la Cuarta Transformación, porque a los trabajadores del gobierno del estado, el presidente de México les debe el apoyo al rescate financiero de Ipecol. El propio Marcelo Ebrard ofreció todo el apoyo para que se haga el seguimiento y que se haga el rescate financiero de Ipecol porque los compromisos se cumplen”, informa un Flores Castañeda que finge creer en las promesas presidenciales a sabiendas de que el prometer no empobrece…