La gobernadora Indira Vizcaíno Silva, primera en la historia moderna de la entidad surgida (bueno, eso es un decir) de la oposición, logró lo impensable tan sólo tres lustros atrás en lo que fue casi el paraíso de la seguridad, la paz y tranquilidad: el liderazgo mundial de Colima como la ciudad más violenta del mundo entero, ahora equiparable a la violencia que generó en Medellín, Colombia, el narcotraficante Pablo Escobar a fines de la década de los 80 e inicios de los 90 del siglo pasado. ¡De ese tamaño el “logro” del indirato en el primer año de su reinado!
A mucho joven seguramente no les dirá mucho el nombre de Pablo Escobar, pero el capo fue el líder del Cártel de Medellín, su ciudad natal en Colombia, uno de los más violentos en ese momento, al grado de ser el creador de lo que se ha dado en llamar –justificadamente— como narcoterrorismo, donde el fenómeno del narco se fusiona al del terrorismo, haciendo una mezcla explosiva que es mensajera de muerte y destrucción por donde pasa. Por ello, con justa razón, hay quienes piden que el narcotráfico sea considerado terrorismo, pues sus métodos y sus fines son prácticamente los mismos.
El mafioso Pablo Escobar mantuvo en vilo a su ciudad, Medellín, con atentados a personajes del gobierno colombiano, que intentaba extraditarlo a Estados Unidos para que el capo pagara allá por sus delitos. La respuesta fue de más crudeza con el grupo al que se denominó Los extraditables, que preferían morir en su país antes que ser enviados a cárceles gringas. Muy patriotas, pero creando el pavor entre gente inocente. Así, enloquecido por la presión ejercida por Norteamérica, el tipo mantuvo la ciudad de Medellín en el primer lugar de violencia en el mundo, sembrando el terror, hasta que fue cazado y asesinado.
Por supuesto, el contexto en el que ocurrieron los hechos de Colombia no son los mismos que los del México de la segunda década del siglo XXI, pero nos dan una clara idea de lo que vivimos a diario los colimenses, que hemos llegado al extremo de tener que sufrir un infierno, como los habitantes de Medellín hace más de tres décadas. El contexto es diferente, repito, porque ahora es el gobierno federal el que tolera y protege al crimen organizado con sus fallidas estrategias de “abrazos, no balazos”, pero con un agregado que se da a nivel local: no se han cumplido acuerdos pactados antes de que el indirato llegara al poder.
Con respeto a los cerca de mil que han sido asesinados en el transcurso de 2022, siempre me he preguntado si seguirían vivos si al Gobierno del Estado hubiera arribado otro candidato. Por ejemplo, con Mely Romero Celis posiblemente esos mil aún seguirían con vida, pues ella –Mely— no hizo compromisos que sí hizo Morena y su candidata –o su ambicioso padre—. Es posible que algunos de esos mil hubieran muerto por otras causas: por accidente, por alguna enfermedad, por desastres naturales, pero al menos no por las balas asesinas de los sicarios que están al servicio del crimen organizado.
Este lunes, el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal dio a conocer la infausta –aunque predecible— noticia de que la otrora pacífica ciudad de Colima lidera con 181. 94 homicidios por cada 100 mil habitantes, por lo que eso le hizo acreedor al poco honroso título de ser número uno mundial en el Ranking 2022 de las 50 ciudades más violentas del mundo. Esta es la primera vez que le toca a Colima, pero por sexto año consecutivo le correspondió ese mismo lugar a una ciudad mexicana: ser la más violenta del mundo.
Según el citado Consejo, la tasa de homicidios de Colima es la tercera más alta desde que esta clasificación se realiza desde 2009, luego del índice en 2021 en la ciudad de Zamora, Michoacán (196.63), y el pico más alto de Ciudad Juárez, Chihuahua, en 2010 (229.06). Y dentro de las ciudades mexicanas más violentas, además de Colima, también se encuentran Zamora (Michoacán), Ciudad Obregón (Sonora), Zacatecas (Zacatecas), Tijuana (Baja California) Celaya (Guanajuato), Uruapan (Michoacán) Ciudad Juárez (Chihuahua) y Acapulco (Guerrero).
Al final, el país de los “abrazos, no balazos”, cuenta en 2022 con el mayor número de ciudades más violentas, con 17 de 50 ciudades con 300 mil habitantes de todo el mundo. En el top de las 10 ciudades más violentas aparece Nueva Orleans, de Estados Unidos, pero no se incluyen cuatro ciudades de Venezuela, país donde no se tiene información confiable por la opacidad de sus autoridades. Bueno, para comenzar, ni su dictatorial gobierno ni el payaso que tienen como presidente son nada confiables.
Lo curioso del asunto es que las ciudades mexicanas de Culiacán (Sinaloa) y Guadalajara (Jalisco), que aparecieron en la lista del 2021, para el 2022 ya no se encontraron. Y de las 50 ciudades del Ranking 2022, por cierto, 17 son de México, 10 de Brasil, 7 de Estados Unidos, 6 de Colombia, 4 de Sudáfrica, 2 de Honduras y una en Puerto Rico, Haití, Ecuador y Jamaica, respectivamente. En fin: este tipo de “liderazgo” no es lo que queremos para Colima. Ya es hora de que se tomen medidas en serio para cambiar esta situación que a todos los colimenses nos afecta, salvo a esa burbuja que es el indirato, que es integrado por una partida de inútiles que dizque nos gobiernan. LEER MÁS
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