El mes pasado apareció mi libro “Cartas a Bruno: treinta consejos para treinta peligros”, bajo el sello de HarperCollins México, en una atractiva edición. Es un libro que, en realidad, escribí para mi hijo y que, como su título lo indica, no tiene otra pretensión más que darle algunos consejos sobre lo que debe hacer cuando se enfrente a ciertos peligros que la vida -llena de peligros- le impondrá en su trayecto por la misma.
Los consejos están basados en experiencias propias (la mayoría de ellas) y ajenas y en todos me he apoyado en las reflexiones de grandes pensadores que tuvieron a bien comprimir en unas cuantas palabras grandes enseñanzas sobre la vida y cómo enfrentarla mejor. Al final del día, como lo dijo Sócrates, la filosofía sólo se trata de distinguir entre el bien y el mal y actuar en consecuencia.
Cuando mi hijo me dijo que tenía que dejar el nido familiar y salir a estudiar fuera no sólo de la ciudad sino del país, fue entonces que pensé qué podía hacer para ayudarlo a sortear los peligros a los que se enfrentaría.
El dinero nunca alcanza, pensé, y además nunca he tenido tanto como para resolverle la vida a nadie, de manera que concluí que lo mejor era aprovechar los años de vida recorrida y leída para darle algunos consejos sobre esos peligros que siempre están al acecho, y que esto debía hacerlo con palabras sencillas y con ejemplos tomados de la vida cotidiana y apoyados con reflexiones de los más grandes pensadores de nuestra historia.
“Cartas a Bruno: treinta consejos para treinta peligros” nació con esta intención y se conformó como una serie de cartas (a la manera de las Cartas a Lucilio, de Séneca) en las que intento una conversación con mi hijo Bruno, a quien le voy dando mis consejos y de paso advirtiendo de los males que nos amenazan día con día.
¿Cuáles son estos peligros sobre los cuales diserto en estas cartas? Son las drogas, el tabaquismo, el alcohol, la ansiedad, la depresión, la pereza, la mala alimentación, la deficiencia de vitaminas y minerales, el insomnio, la falta de amor, el sexo, la mala mujer, la arrogancia, la ingratitud, las mañas compañías, la culpa, la falta de estudio, las redes sociales, no leer, el materialismo, la injusticia, el aislamiento, la presunción, la enfermedad, la muerte, la ociosidad, el juego, la pornografía, el delito y el derroche.
Como he dicho, son consejos, no mandatos. Es una conversación (aunque tenga la forma de un monólogo) y va dirigida a los jóvenes que, sigan o no viviendo con sus padres, tendrán que empezar a reflexionar sobre aquello que amaneza sus vidas. No se trata de no equivocarse, lo que es imposible, y estas cartas no pretenden eso, sino de evitar cometer los menos errores y buscar, lo antes posible, sobreponerse a ellos.
Lo que sí es innegable es que este libro lo escribí con el corazón, desde donde un padre le habla generalmente a un hijo, y busca que pueda servir para otros padres que quisieran también que sus hijos tuvieran armas para enfrentar los peligros de su propia vida.
“Cartas a Bruno: treinta consejos para treinta peligros” ya está en las librerías del país y podrán también adquirirlo en su versión electrónica, en Amazón, Librería Gandhi y otras plataformas más. Que lo disfruten.