Seriamente afectada porque el 70% de los colimenses la repudian, Indira Vizcaíno Silva ha caído en profunda depresión psicológica de la que su amantísimo, influyentísimo y poderosísimo padre, se propone sacarla promoviéndole el reconocimiento de empresarios, líderes gremiales, sindicales y deportistas, y de las “aspiracionistas, individualistas, egoístas, materialistas, conservadoras, neoliberales y corruptas” clases medias y medias altas, tan odiadas por su líder moral Andrés Manuel López Obrador.
Mujer de poca fe, Indira Vizcaino, por lo visto, no le cree a su adorado Mesías cuando sentencia que “No hay nada que compense o que se equipare con la satisfacción que produce, ayudar a la gente humilde, a la gente pobre, ni todo el oro del mundo vale eso. Pero, además, ayudando a los pobres va uno a la segura”, pues recurre a la gente que tiene de qué vivir porque trabaja y produce, para que le den lo que la pobre cautiva clientela de sus programas sociales no le está dando: calor, reconcomiendo, aplauso, aprobación, respaldo y fuerza.
Para levantarle el alicaído ánimo a la peor gobernadora del país, el gobernador de facto está promoviendo la realización de un evento etílico, gastronómico y musical, más lo que resulte ya entrado en gastos, para el miércoles 25 de enero de 2023 en el Casino de la Feria de la ciudad de Colima. La birria especial será patrocinada por el generoso cuauhtemense de corazón, Lino Romero Velasco.
Desde el grupúsculo de chambistas “Experiencia y Sabiduría” que tiene a la mayoría de sus conspicuos miembros afincados en los municipios de Manzanillo y Tecomán, el también secretario de Formación Política del Comité Ejecutivo Estatal del Partido Movimiento de Regeneración Nacional, Arnoldo Vizcaíno Silva, anda hecho la mocha promoviendo la asistencia de “gente representativa” al rendimiento de pleitesía a Indira, a quien espera reunirle, por lo menos, unas mil personas.
A cada uno de los clase medieros con lo que se reúne para convencerlos de que apoyen a su hija con la promesa de que este año 2023 será de jauja para todos, de grandes obras de infraestructura, de bienestar y felicidad, buenas noticias que asegura ella dará a conocer en el evento de marras, Arnoldo les pide encarecidamente que inviten a entre diez y quince cristianos enlistándolos con copia de la credencial de elector, número de celular, ocupación y otros datos que le puedan servir para su hipotética campaña electoral por una senaduría de la Republica en las elecciones del domingo 2 de junio de 2024.
A pesar de que no hay nada sobresaliente de reconocerle a Indira Vizcaíno y a sus amiguis, sino todo lo contrario, ellas y él creen que sí, y ni modo de alegarles, pero la verdad es que los casi quince meses que llevan en Casa de Gobierno y Complejo Administrativo han sido de fiesta sin fin, ‘selfies’, viajes, desfiles de moda, vuelos, traslados en camionetas de superfluo con máximo blindaje, cotos residenciales plus, etc., etc. y etc.
¡Pura frivolidad! Si bien hay quienes oyen y escuchan el rollo embaucador de Arnoldo, son más los que sólo lo oyen y lo juzgan de cotón largo. Pocos son los que se atreven a ponerlo en su lugar porque no quieren exponerse a echárselo encima abiertamente de enemigo, considerando el poder de represalia que le atribuyen. Por convenencieros unos y temerosos otros, el papi de Indi no tendrá problema para reunirle los, al menos, mil “invitados” a su adorada hija.
Se dice que…
*Indi tiene plenamente satisfechas sus necesidades básicas o fisiológicas, de seguridad y sociales, pero no las de estima o reconocimiento, mucho menos las de autorrealización. Esta su incapacidad para cubrirlas es lo que la tiene a punto de correr hacia Ixtlahuacán.
*No son los acarreos de aplaudidores de oficio como el que está organizándole Arnoldo, el camino para que ella salga de la profunda depresión que la atormenta. ¡Y eso que apenas ha recorrido una quinta parte de su sexenio!
*Para colmo, la candidata de los señores Vizcaíno a la presidencia de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, sigue cuesta abajo en su rodada de la que no podrán rescatarla ni los 6 mil 500 guardias nacionales que López Obrador le mandó a cuidar a su mortal metro.