Una vez, durante el gobierno del mazorquero Silverio Cavazos Ceballos, éste hizo una llamada a mi teléfono móvil muy temprano, pues aún me encontraba en un sabroso sueño en la cama. Varias veces insistió el adminículo de marras, por lo que decidí responder a un número que desconocía, pues jamás había dado el mío al entonces gobernador. Al conectarse la comunicación, escuché la voz de un apremiante Silverio, como si se le fuera la vida en ello:

—Así no se trata a los amigos.

—¿Quién habla?

–interrogué, aún desconcertado por no reconocer esa voz.

—Habla tu amigo el gobernador Silverio Cavazos

–dijo en un tono más amigable.

—¿Qué pasa, Silverio?

—Están atacando a nuestros amigos

–dijo—.

No se vale que le peguen a nuestro amigo Arturo García Arias.

—Bueno, te prometo que yo me encargo de eso

–dije en plan conciliador.

—Muy bien

–concluyó el gobernador, al tiempo que terminaba la comunicación con el clásico clic.

La verdad sea dicha, el que se estaba encargando de ponerle una paliza al pelón Arturo García Arias, que por esos tiempos era diputado local y buscaba ser el presidente municipal de Tecomán, era mi hijo Luis Fernando, cuando ambos (él aún muy joven) trabajábamos para el inolvidable periódico Panorama, dirigido por mi jefazo que fue Don Luis Arvizu Negrete. Tuve que darle el recado a mi hijo, no sin cierto pesar, para que dejara de pegarle al pelón García Arias, que desde entonces se caracterizaba por su perversidad, su acendrada afición a la traición y, en fin, por su inmundicia como político y como ser humano.

Al ser supuestos amigos del gobernador tecomense, no quedaba otra que dejar en paz a un puercazo (no a un puerco, sino a todo un puercazo, con perdón de los simpáticos congéneres del divertidísimo Porky) como lo es, lo ha sido y lo será por siempre el pelón García Arias. ¿Lo reconoció después el gobernador? ¿Hubo alguna muestra de agradecimiento de García Arias? Cortados por la misma tijera, ninguno de los dos se dio por enterado más adelante. No es cosa menor que un gobernador pida un favor a un periodista, lo que hice por la estimación que tenía por el desaparecido Gustavo Vázquez Montes. Como sea, como periodista sé perfectamente de la condición humana; en especial, la de los políticos.

De Silverio Cavazos ya he escrito que, como asesor de la bancada priista en el Congreso local, lo mandé al diablo cuando él era presidente de la entonces Comisión de Gobierno Interno, pues quería que no atacara a Fernando el Nene Moreno Peña, que se seguía sintiendo el gobernando del estado, cuando el titular del Ejecutivo era en ese momento Gustavo Vázquez. Paradójico era que, al ser paisanos, Silverio no estuviera con Gustavo, sino con el ex rector de la UC, del que esperaba verse favorecido más adelante, al suponer que FMP, y no GVM, repartiría las posiciones políticas en el siguiente proceso electoral.

Al final, el que se benefició por lucrar con la memoria de Gustavo durante la breve campaña extraordinaria para gobernador del estado fue Silverio, al tiempo que se volvió enemigo jurado de Fernando durante todo su recortado periodo. Y yo, que defendía a Gustavo de Fernando, fui marginado miserablemente por Silverio. No discierno si eso fue bueno o malo. Lo único cierto es que nadie sabe para quién trabaja, salvo el pelón García Arias, que ya sea en el PRI o en Morena se siente a sus anchas haciendo lo que mejor sabe: traicionar y sacar en su beneficio el mejor provecho posible.

Hoy, como ya se ha dado a conocer en la columna Xpress´o de la imprescindible página PXPress, el pelón García Arias se encuentra enchufado a la nómina de la Secretaría General de Gobierno, dizque asesorando a la titular, con un sueldo al mes de 50 mil del águila. El tipo está ahí por un compromiso político, igual a los que se hacían en tiempos del PRI, pues es suplente del diputado Julio Cano. Al parecer, el acuerdo es que el pelón encajoso cobre sabrosamente en su calidad de asesor de la Lupita Solís Ramírez, en lo que se define qué le dan al titular en la administración estatal del indirato para que el traidor concluya como propietario la LX Legislatura local, incluido ser presidente de la Junta de Gobierno.

Fiel a su estilo de mamar y de dar de topes, el pelón García Arias fue rescatado al inicio de 2022 para que no le fuera a causar problemas a la Gobernadora Altozano (se nota que conocen muy bien de lo traicionero que es el veleidoso tecomense), como si el antiguo tianguista del mercado Lázaro Cárdenas de la ciudad de Tecomán, donde vendía calzones marca Chavita, fuera una potencia intelectual y no lo que en realidad es: un señor puercazo (qué digo puercazo: un puercazazo) de la política colimeña.

Bueno, a ver si no nos salen conque el Arturo García Arias que cobra de asesor del Gobierno del Estado es un homónimo del traidor que ha sido por tres veces diputado local por el PRI y por Morena. Y mientras se define qué pasa con el futuro político del ex tianguista, fumando espera muy tranquilo embolsándose 50 mil de los grandes cada mes. ¿Qué te apura, pelón encajoso?LEER MÁS

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