Con acarreados llevados de los estados del país en los que gobierna Morena (Colima, sin faltar), incluido una Ciudad de México en la que desgobierna la que pretende ser la próxima presidenta de México (Claudia Shit!-baum Pardo), la manifestación del sábado 18 de marzo pasado no fue para conmemorar la expropiación del petróleo (realizada por el general Lázaro Cárdenas), sino el ya muy inflado ego del pequeño dictador. Y, claro, la figura central no fue la del presidente michoacano, sino la del egocéntrico y diminuto amlo.

Si una duda había de las diferencias entre los actuales herederos del presidente expropiador del recurso natural de México y del populista que habita el Palacio Nacional, quedó disipada con la renuncia –un día antes del 18— del jefe de asesores de la Presidencia, Lázaro Cárdenas Batel, que de esa manera envía el mensaje de no estar de acuerdo con lo que hace amlo y que es lo que mejor le sale: destruir la nación en todos los órdenes; entre otros, la inseguridad, violencia, falta de medicamentos, economía de menos cero, educación mala y con temas de ideología marxista, etcétera.

La marcha y manifestación del Zócalo fue solamente para acrecentar el ego del autócrata que no admite que la gente que piensa diferente a él puede llevar a cabo movilizaciones en México, como las dos a favor del INE que se realizaron en la capital del país, que se replicaron en un centenar de ciudades del interior de la República. Así, pues, el mito de que la plaza principal de la CdMx era bastión propiedad exclusiva y a perpetuidad del resentido macuspano, que siempre fue el rey del templete y el rey de las marchas, quedó enterrado.

Los millones para el pago del acarreo y alimentación de los que llegaron temprano a la CdMx para ir a vitorear a un dictador de República bananera no salieron de manera espontánea de la bolsa de generosos patrocinadores, sino de gobiernos estatales y de otras instancias oficiales federales que se prestaron al juego. En el caso de Colima la estrategia fue movilizar a la gente en camiones que circularon toda la noche para llegar tempranito a la capital del país, no sin dejar de prometer un pago de 600 pesos, una torta y su respectivo frutsi.

Hasta el momento no ha habido quejas por incumplimiento de lo pactado, pero en otros lugares evidentemente la gente fue engañada vilmente por los políticos más sinvergüenzas que encontraron tierra muy fértil en Morena, después de haber sido echados de sus respectivos partidos. En la mayoría de los casos sólo cumplieron con acarrear a la gente, pero no hubo ni dinero, ni torta ni frutsi, así como tampoco la despensa de rigor. Ante este comportamiento tan miserable de algunos de los morenacos responsables, estoy convencido en que ya sea considerado como antecedente penal ser o haber pertenecido a Morena.

El descaro total es cuando se comparan las mismas manifestaciones y marchas de Morena y las organizadas por la sociedad civil. El contraste es abrumador: la gente que participó en defensa del INE (no de sus directivos, que son removidos cada determinado tiempo) lo hizo por su propia voluntad, coreó las consignas alusivas al tema y no agredió a nadie, así fuera simbólicamente. En las del ego de amlo estuvo presente la violencia, el odio y la envidia que los morenacos sienten por los que no se ciñen a los caprichos de su amo.

La quema de una efigie de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña, en nada se diferencia de lo que hacían las hordas nazis con los libros de autores prohibidos por el régimen, que también tuvieron el mismo final: ser consumidos por las llamas. Así, incendiar la figura de una personalidad incómoda y quemar libros hermana a la fanaticada nazi y a la morenaca, pues tienen como amo y señor a mesiánicos orates que llevaron a la destrucción todo lo que tocaron. El comportamiento es el mismo: unos fueron los camisas pardas del Partido Nacional Socialista: otros son los camisas puercas de Morena.

Los gastos de la marcha del ego fueron cargados a los gobiernos estatales, donde Colima se apuntó con su cuota, lo que representa un delito por el uso de recursos públicos a favor de una marcha para complacer a un enfermizo egocéntrico. Por tanto, la Osafig debe esculcar hasta el último resquicio a la administración estatal omisa que encabeza la inútil Indira Vizcaíno Silva.LEER MÁS

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