Acaba de fallecer la reina Isabel II del Reino Unido, su reinado se convirtió en el segundo más longevo de la historia solo siendo superado por Louis XIV de Francia, mejor conocido como «El Rey Sol», ante la muerte de la cabeza de la casa de Windsor se plantean varios desafíos para la corona británica, la gran mancomunidad que representa podría reducirse ante las propuestas de referéndums para pasar a un republicanismo, tal como el que se llevó a cabo en Barbados hace un año, esta idea tiene sus partidarios en Antigua y Barbuda, Australia e Irlanda del Norte, por solo mencionar unos países.

Este momento de luto se ha convertido en un momento oportuno para criticar a las pocas monarquías que quedan, en especial a las europeas que las tachan de genocidas, esclavistas, y retrógradas, afirman que en pleno siglo XXI tener una monarquía es algo sumamente arcaico e inconcebible. Realmente la idea monarquía que mucha gente tiene en su imaginario es la absoluta, es un sistema que se utilizó e imperó en el mundo en épocas pasadas, actualmente esta es inexistente en Europa, las pocas que se mantienen existen solo en el mundo árabe y en Esuatini.

Ante este ridículo argumento temporal yo me pregunto, ¿cómo es posible que en pleno siglo XXI mayoría de las naciones monárquicas europeas se encuentren entre los países considerados como democracias plenas según el índice democrático de The Economist?; ¿cómo es posible que en pleno siglo XXI las mayores potencias neocolonialistas sean repúblicas?; ¿cómo es posible que en pleno siglo XXI en España (el país con menor apoyo monárquico) el respaldo al monarca sea mayor que el respaldo abismal que gozan la mayoría de los presidentes latinoamericanos?; y ¿cómo es posible que en pleno siglo XXI la manutención de los monarcas resulte menor que la de muchos presidentes?

En general las críticas a las monarquías son justas, los abusos por parte de estos gobiernos realmente existieron, pero así también lo han hecho en los sistemas presidencialistas y semipresidencialistas, tanto Francia como Estados Unidos son ejemplos perfectos del colonialismo y no se pretende abolir el presidencialismo, en este mundo dominado por las democracias las condiciones de los trabajadores siguen siendo sumamente precarias, solo hay que tener en cuenta los cuarenta millones de humanos que viven en condiciones de esclavitud.

Recodemos que cada país debe tener su modelo que más le convenga, el simple hecho de cambiar de régimen solo porque este se considera antiguo y no apto a nuestros tiempos no garantiza una mejoría para la sociedad, he ahí el caso de Etiopía donde se instauró una dictadura tras un golpe de Estado que derrocó a su milenario imperio.

Todas las formas de gobierno tienen sus degeneraciones, esto lo mencionaron Platón y Aristóteles en la edad antigua y hasta la fecha sus palabras siguen vigentes, así como las repúblicas se corrompen también lo pueden hacer las monarquías, sin embargo el querer eliminar un modelo por completo solo porque no cumple con los falsos estándares de este siglo es una forma totalmente hilarante de pensar, muchos líderes democráticamente electos han defendido sus naciones valientemente, lo mismo ha pasado con los reyes, recordemos el papel vital del rey español durante la transición democrática o la defensa de distintos monarcas en contra de las potencias del Eje, tal vez las monarquías lleguen a su fin, de igual forma las democracias, pero no serán enterrados por el siglo XXI.