De manera recurrente, dados los desastrosos resultados que se han obtenido hasta la fecha, desde el arranque del indirato ha habido una negativa rotunda para que los funcionarios que son clave en lo que se refiere a la brutal violencia que azota a Colima, Manuel Llerandi y Bryant Alejandro García Ramírez, titulares de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Estado y de la Fiscalía General de Justicia, respectivamente, comparezcan ante los diputados de la LX Legislatura local para que expliquen sobre la estrategia –si es que hay alguna— que se ha llevado a cabo sobre la materia.
La insistencia, claro, ha venido de parte del bloque opositor en el Congreso local, pues Morena y sus aliados mantienen la mayoría y se han negado a que acudan esos dos funcionarios ante los representantes populares (que, en el caso de los morenacos, representan sólo los intereses de la #GobernadoraAltozano): En cada ocasión en la que se solicita que acudan ante la LX Legislatura los omisos Manuel Llerandi y el Bryant Alejandro García, los morenacos de ese Poder hasta echan maromas para justificar lo injustificable y darle largas al asunto.
La negativa a que acudan a explicar la estrategia sobre seguridad en Colima parte de la ignorancia de los diputados de Morena y sus aliados, pero sobre todo de su ensoberbecimiento, dado que es facultad del Congreso del Estado (lo mismo que, en el caso federal, del Congreso de la Unión) convocar a los funcionarios de la administración estatal –la actual y futuras—, así como también es obligación de los mismos acudir al llamado de los que se supone representan a los colimenses en el Poder Legislativo. No es de contentillo si a los funcionarios les da la gana acudir o no al llamado de los diputados locales; no, señor: es obligatorio.
El hecho de que cuenten con la complicidad de la mayoría morenaca y de aliados no significa que tienen patente de corso para hacer lo que les venga en gana el secretario de Seguridad Pública y el fiscal General de Justicia. Lo peor es que se les ha convocado reiteradamente no por pura ocurrencia o por ganas de echarse una platicada con ese par de bribones, sino por la sanguinaria violencia que no para y que agarra parejo, con los consecuentes “daños colaterales” Hace unos días, cuando convocó dizque a una rueda de prensa la bancada de Morena en la LX Legislatura local, el diputado Rubén Romo Ochoa comenzó a vociferar frente a los reporteros, ordenando que le preguntaran sobre el tema de la violencia al también tribuno local Carlos Arturo Noriega García, que forma parte de la Comisión de Seguridad, ¡cuando la rueda de prensa era de los morenacos! Así, tras evidenciar que más parecía que estaba en una cantina que en el recinto legislativo, ante el alud que se le vino encima de la prensa ahí presente, tuvo que entrar al quite su homóloga Andrea Naranjo Alcaraz.
La expriista diputada no es que sea experta en el tema ni mucho menos, pero al menos su actitud fue más civilizada, salvando de esa forma al porro e ignorante de Rubén Romo, del que se desconoce de qué chiquero fue sacado para lanzarlo a la elección en el 2021. Como sea, en materia de inseguridad y violencia al rojo vivo el indirato y sus empleados en el Congreso del Estado están bien fritos. De ahí, pues, su reiterada negativa a que acudan ante el pleno de la LX Legislatura local a exponer una estrategia que es inexistente, pues el ritmo de un promedio de tres muertos por día no ha variado nada desde que inició 2022, un año axial, como bien lo diría el pensador mexicano Octavio Paz. A este respecto, las declaraciones del diputado federal Riult Rivera Gutiérrez son pertinentes, pues habla con conocimiento de causa: fue diputado local en una Legislatura anterior, y ahora forma parte de la LXV Legislatura del Congreso de la Unión.
Así, Riult Rivera dijo que los funcionarios estatales tienen obligación de acudir a comparecer ante los representantes populares; de no responder, en la LX Legislatura local se estaría hablando de contubernio o de complicidad, al ignorar la realidad. Sin embargo, el tribuno federal sentenció que el silencio también habla. Y remató con una frase matona: “El Estado no tiene dueño”, clara advertencia para los que creen que Colima sí tiene propietario.
****** Marcador político: sindicatos, 3; indirato, 0 En términos futbolísticos, está claro que el chiquigabinete de vacilada del indirato va perdiendo por goliza, pues ya lleva tres derrotas al hilo –tal y como lo vaticiné aquí— en su intento de tratar de inmiscuirse en la vida interna de los sindicatos locales. Así, el marcador dice: sindicatos, 3; indirato, 0. Y es que, a pesar de haber hecho todo lo posible por vulnerar la autonomía de la Sección 39 del SNTE, de la Sección XII del SNTISSSTE y del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado (STSGE), Indira Vizcaíno Silva y sus bandoleros y vocerdos fueron derrotados en toda la línea. Todos los sindicatos son importantes, de ahí que el cacique arrocero y padre de la Indi, Arnoldo Vizcaíno Rodriguez, gobernador de facto, les hubiera echado el ojo para futuras campañas electorales en las que los trabajadores serían simple carne de cañón de Morena y aliados.
La respuesta de los trabajadores de los tres sindicatos antes mencionados nos deja muy claro que no están dispuestos a ser usados por agentes externos que se creen los dueños de Colima para satisfacer sus mezquinos intereses personales. Vienen elecciones en otros sindicatos, cuyos líderes más firmes de triunfo ya comenzaron a ser víctimas de campañas de odio por parte de los mercenarios que Miguel Ángel Vargas Vaca, vocerdo del indirato, contrató para que enfoquen en su contra toda la artillería pesada de que disponen. ¿Les alcanzará? Dados los más recientes resultados, Indira y su papito Arnoldo han perdido el sentido del ridículo y, por tanto, irán de camino a la perdición.
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