Los libros del Fondo de Cultura Económica, que empiezan a invadir todos los rincones del país a través de un intenso programa de fomento a la lectura que va avanzando incluso por entidades federativas, ahora llegarán también al ISSSTE, pero no para recibir atención médica, sino para continuar formando parte de este mencionado programa de fomento a la lectura que se ha impuesto el FCE desde la llegada a este organismo de Paco Ignacio Taibo II y su incansable grupo de colaboradores.
La primera parada serán las doce tiendas del ISSSTE de la zona metropolitana del Valle de México, esto es las sucursales de Balbuena, Ciudadela, Coruña, Coyoacán, Culhuacán, Lomas Verdes, San Fernando, Tacubaya, Vértiz, Villa Coapa, de las oficinas del SAT (alcaldía Cuauhtémoc) y Zaragoza, las cuales contarán con estas minilibrerías conformadas por 188 títulos del FCE que serán vendidos a precios realmente económicos y que contarán con sus colecciones más emblemáticas, entre ellas sin duda la bellísima “Vientos del pueblo”.
El propósito es que, de acuerdo con Pedro Zenteno Santaella, director de este instituto, este programa se extienda después a las 68 tiendas que se tienen esparcidas en todo el territorio nacional y a las cuales tienen acceso mas de trece millones de derechohabientes.
Es importante resaltar que, en un programa como estos, el objetivo principal no es sólo permitir de una manera fácil el acceso a la lectura (tomando en cuenta factores que incluyen aspectos que tienen que ver con el mismo costo del libro) sino, sobre todo, con el objetivo de formar, a través de la misma lectura, como bien lo dijo Paco Taibo II, “ciudadanos más críticos, más pensantes”, pues “al crecer el pensamiento crítico, crece la democracia y estar vinculados a un supermercado como son las tiendas del Issste permitirá hacer llegar los libros a un mayor número de personas”.
Si en algo se ha preocupado la labor del FCE desde el arribo de Taibo II es en la publicación de libros de verdadera calidad a un precio también verdaderamente económico, con ediciones además hermosas y con una distribución y promoción (como lo vemos en este caso) de gran penetración social, lo cual ha creado las condiciones para que los niveles de lectura del país se hagan notar más fácilmente entre la población.
No estaría nada mal, por tanto, que un convenio similar se estableciera con el IMSS o con cualquier otro organismo de gran confluencia social, pero lo más importante es que poco a poco se cree la conciencia en el imaginario colectivo de que el libro ya no es más un artículo de lujo, de difícil acceso, incluso inalcanzable para la mayoría de la población, sino un artículo de primera necesidad y al alcance de todos, insustituible y necesario.