A la memoria del diputado Roberto Chapula de la Mora, otra víctima de la violencia que no para en Colima

Este 30 de abril del 2022 cumplió el indirato el primero de sus desastrosos 12 semestres que le esperan a Colima (o menos, si entra en acción la revocación de mandato) con la omisa Indira Vizcaíno Silva y su chiquigabinete de vacilada, es decir, de 50 pesos.

Al contrario de las expectativas que todo nuevo gobierno despierta, sobre todo si es uno diferente al que sustituye, la administración estatal de la Gobernadora Altozano ha resultado un rotundo y soberano fracaso desde el inicio, por lo que lo único que la mayoría de los colimenses esperan… es que se termine lo más pronto posible.

Ciertamente, Indira Vizcaíno arrancó con una crisis financiera heredada por la administración anterior; sin embargo, en ningún momento se vio la influencia que supuestamente tiene la segunda gobernadora de Colima, pues por primera vez coincidían en los colores e ideología los gobiernos federal y estatal, como en los mejores tiempos de la era priista.

En el vecino estado de Michoacán, donde similar historia se dio a la de aquí con el gobierno saliente, el homólogo de la colimense, Alfredo Ramírez Bedolla, de inmediato logró conseguir el dinero suficiente para ponerse a mano con los que se quedaron sin el pago de sus quincenas.

O sea que la supuesta cercanía que presumen Indira Vizcaíno y su padre, Arnoldo Vizcaíno Rodríguez, gobernador de facto de Colima, sólo existe en sus cabezas: en los hechos, la expresidenta municipal de Cuauhtémoc y el vejete que vive la vida de su hija no tienen ningún peso político en la 4T, algo en lo que se nota la gran diferencia con otras figuras nacionales cuatroteras; por ejemplo, en el estado de Guerrero, donde la amistad raya en la complicidad entre amlo y Félix Salgado Macedonio, violador en serie que pudo hacer gobernadora a su hija por la estrecha relación que mantiene con el inquilino de Palacio Nacional y propietario real de Morena.

En Colima, aunque Arnoldo Vizcaíno intenta ser el Félix Salgado colimote, media un abismo como del cielo a la tierra. De hecho, en esta columna de culto se llegó a advertir con mucha anticipación que la eventual llegada al poder de Indira no sería de mucho beneficio para los colimenses, pues ella no pasaría de ser de amlo su empleada, como me ha dado la razón la realidad. En su oportunidad escribí que, si amlo llegara a ordenar a Indira ladrar, Indira ladraría; si ordenara que saltara, Indira saltaría; si ordenara que volviera a ladrar, Indira volvería a ladrar. Y así de sumisa seguiría por siempre.

Pues bien: no me equivoqué en lo absoluto en aquella ocasión, aunque con un detalle adicional que vale la pena destacar aquí y del que nadie se podría haber imaginado entonces: a la Indi también la da órdenes Claudia la Vitola Cheimbaum Pardo, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, que aspira a ser la favorecida por el dedazo de amlo para convertirse en la candidata presidencial por Morena y los compinches que se le adhieran en su momento. Una cosa, empero, será que sea la candidata y otra será que ella gane la presidencia.

Así, la vergonzosa realidad es que Indira Vizcaíno no sólo tiene un amo al que le cumple todos sus caprichos, sino dos. El problema, sin embargo, es que no sólo las ruinas financiera y política no levantan en lo que va de la fallida administración de la Gobernadora Altozano y su chiquigabinete de vacilada, sino que se impuso otra terrible realidad, dolorosa, peor que una maldición bíblica: la inusitada violencia que arrancó a fines de enero del presente año 2022, fecha a tomar muy en cuenta, pues no es herencia de gobierno anterior alguno: nació, creció y se desarrolló, cual hiedra de mil cabezas, en el indirato insensible, inepto y omiso, que es momento que no da resultados en su primer medio año de existencia.

Al final, el de Indira Vizcaíno lleva ya un semestre perdido, pero lo más grave de todo es que se van a seguir perdiendo más vidas humanas (ahí está el reciente caso del diputado Roberto Chapula de la Mora, que se los recordará por todo lo que le reste de vida a los cuatroteros), sean o no culpables de algo, pues un crimen es un crimen, independientemente de lo que hayan hecho las víctimas de la brutal violencia que hay en Colima, cortesía del indirato.

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