Son dos los temas que reclaman atención urgente en esta columna de culto, luego de varios días –en realidad, sólo uno— de ausencia por motivos vacacionales por la Semana Santa. Los temas son de interés general; uno es local y el otro contiene una combinación de local y nacional. Corre comercial. 1.—Las matanzas en las calles de nuestras ciudades, pueblos y rancherías siguen viento en popa en versión gore en Colima; sin embargo, al contrario de otras ocasiones en las que sonaba creíble su cuento, esta vez ya no se puede echar mano del infame argumento de que los asesinados que caen fulminados por las balas mortíferas pertenecen únicamente al crimen organizado y que, por tanto, casi parecen decir desde las alturas que “se lo merecen”.
No, ni madres: esta vez la versión oficial es una falacia; los daños colaterales son reales y, claro, sí han alcanzado a víctimas inocentes. El asesinato a mansalva a la maestra Paola Ruiz Ramírez, hija de un amigo ya fallecido también, ha causado consternación general entre los colimenses que la conocieron, pero sobre todo indignación porque una vida generosa, dispuesta a servir a los jóvenes en su papel de maestra ejemplar, fue arteramente apagada en su plenitud por culpa de una violencia tolerada y solapada por la administración que encabeza la irresponsable, frívola, banal, inculta y miserable #GobernadoraAltozano, la cual, una vez coronado su insano deseo de obtener el poder a toda costa y al precio que fuere, se desentendió de su compromiso de gobernar para todos los colimenses.
El vocero oficial, un siniestro Gustavo Adrián Joya Cervera que habla a nombre de un gobierno estatal inexistente, se solaza al referirse a los cientos de muertos que van desde fines de enero del presente año, a los que presenta como integrantes de bandas rivales que se pelean la plaza en Colima.
De esa manera, al soltar esa versión, se da por sentado que sólo era cosa de esperar a que se acabaran entre ellos, sin necesidad de que ni la más enana autoridad tuviera que intervenir. Bien: ya vemos que no es así: sí hay víctimas inocentes y el Gobierno del Estado, principal responsable de salvaguardar la integridad de sus gobernados, simplemente cierra los ojos o se voltea hacia otro lado. Uno podría entender que, a ya unos días de cumplir su primer semestre la inútil Indira Vizcaíno Silva, sus constantes viajes a la Ciudad de México fueran para tratar de resolver los diversos problemas en los que está metido Colima, pero no hay tal: sus frecuentes paseos obedecen a razones más obscenas y prosaicas: ver por su propia sobrevivencia en la política cuatrotera, buscando colarse al equipo de la precandidata presidencial, la Vitola Cheinbaum Pardo, a la que le hace la limpieza en su casa, además de aprovechar para irse directo a Palacio Nacional para lustrarle los zapatos a amlo, pues ya no tiene ninguna dignidad.
¿Entenderá algún día la Indi cuál es su papel y de qué parte de la historia va a aparecer en el futuro? Una cosa es segura: el lugar que le tiene reservada la historia de Colima es el cesto de la basura. 2.—La patada dada en el culo a amlo por la Reforma Eléctrica o Ley Bartlett también alcanzó a pegarle en el hocico a todos los vociferantes chairos que se rasgaban las vestiduras porque, en su pinchísima miopía, ir en contra de la palabra de Su Alteza Pendejísima era ¡traición a la patria!, como si el vejete que vive en Palacio Nacional fuera a la Patria, cuando en realidad siempre ha sido un vividor y un resentido social. Bueno, el tremendo patadón recibido que sirva de advertencia de que no es dueño de México y de que, en 2024, lo vamos a mandar a La Chingada (no a su rancho, sino a la mera Chingada).
Los diputados federales de Colima, Riult Rivera Gutiérrez y Julia Jiménez Angulo, son dignos representantes de su estado: se opusieron a una ley que el parásito amlo, este sí traidor y vende patrias que hasta hizo campaña a favor de su amigo Trump, intentó imponer a los mexicanos con las broncas que ello conlleva: ser arrastrados en una espiral de vértigo; por ejemplo, amparos al por mayor, indemnizaciones multimillonarias por emplear tecnología obsoleta, dejarle el monopolio a la CFE del corrupto Manuel Bartlett Díaz, etcétera. En Colima, por cierto, la ignorante diputada morenaca Viridiana Valencia Vargas, sin ubicar el rango que le corresponde, le “exigió” al tribuno Riult Rivera que aprobara la reforma propuesta por amlo, como si tuviera autoridad sobre alguien que está por encima de ella jerárquicamente hablando.
A ver: el legislador panista fue electo en el I distrito federal electoral, que comprende a los municipios de Colima, Comala, Coquimatlán, Cuauhtémoc y Villa de Álvarez; la analfabeta de la Viri Valencia, en cambio, apenas representa un distrito de Tecomán, es decir, ni siquiera al municipio tecomense entero. ¿De cuándo acá un pinche cabo le da órdenes a un coronel? Sólo en el mundo de esta zafia y mazorquera mujer. Como quiera que sea, el rechazo a la Ley Bartlett, así como antes a la idiotez de la revocación de mandato, dejó en claro que, juntos, se puede echar a patadas de sus cargos a los que forman parte del partido de los nuevos ricos, quienes en su infinita ignorancia creen que serán los dueños del país por toda la eternidad, algo en lo que están completamente equivocados. Al tiempo.
2Bibiano Moreno y 1 persona más