El escándalo en el deporte, tras la guerra entre Rusia y Ucrania escaló. La FIFA en coordinación con la UEFA anunciaron esta mañana que el futbol del país euroasíatico y todos sus afiliados quedan suspendidos hasta nuevo aviso de cualquier competición, argumentando el apoyo solidario con las personas que han sufrido violencia en Ucrania.
Dentro de las peticiones de forma indirecta que hace el comunicado de la FIFA, se trata de que, entre más rápido vuelva la paz a la sociedad ucraniana, más fácil será volver a incluir a los clubes y selecciones rusos en todo lo que estaban acostumbrados a disputar. «Ambos presidentes esperan que la situación en Ucrania mejore significativa y rápidamente para que el fútbol pueda volver a ser un vector de unidad y paz entre las personas», se puede leer.
Apenas ayer se mencionaba que los representantes rusos podrían seguir en competición, pero con algunas modificaciones a sus costumbres, por ejemplo, no podrían utilizar su bandera, su himno nacional o sus escudos y tendrían que salir al terreno de juego como algo similar a lo que hacían en Juegos Olímpicos, cuando eran Comité Olímpico Ruso, aunque en dicha cuestión por dopaje sistemático.
La presión comienza a ahogar a Rusia. El destino deportivo está pendiendo de un hilo, no solo en el futbol, sino en toda disciplina que sea regida por el Comité Olímpico Internacional, quienes sugirieron esta medida a la FIFA, además de otros campeonatos del mundo donde los rivales ya han abandonado con tal de no plantarse frente a quienes pregonan los valores y defienden el régimen de Vladimir Putin.
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