Dos temas abordaré hoy en esta columna de culto: sobre los negocios al amparo del poder de algunos funcionarios y de los partidos que son entenados de Morena en Colima, sin mucho brillo propio. Adelante con los faroles.
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Acorde con las políticas públicas de los cuatroteros de que “amor con amor se paga” (que aquí se traduciría: favor con favor se paga), los dos voceros del indirato realizaron sendos intercambios de favores para beneficiar a sus cuates periodistas con los que el actual Gobierno del Estado mantiene una relación comercial (y, por supuesto, política): por un lado, la revista Dos8, especializada en la farándula, la frivolidad y la banalidad, propiedad de Porfirio Aguilar Valencia; por el otro, la revista Decisión de Empresario que, como su nombre lo indica, aborda temas empresariales, de un tal Oscar Cortés Lecuona.
Antes de abandonar el cargo de fugaz primer vocero del indirato (15 días después de la maniobra), Alex Carbajal Berber dio un contrato por todo el año a la revista Decisión de empresario, con lo cual le aseguró a su propietario un ingreso de casi medio millón de pesos durante 2022. En ese mensuario colaboró Miguel Ángel Vargas Cow, tanto con una sección especial como con manejo del material en su página Estación Pacífico, quien llegó en lugar de Alex Carbajal, que fue enviado –degradado— con igual cargo en la convulsa LX Legislatura local, donde se le lleva cachetonamente, nadando de a muertito sin siquiera despeinarse.
En tanto, a la llegada de Miguel Ángel Vargas Cow como vocero del indirato, además de dobletear como jefe de asesores, le hizo un favor para no tener que verse involucrado con la revista en la que colaboró por buen tiempo haciendo buenos negocios en su faceta de empresario: autorizó un contrato por todo el 2022 para que la farandulera revista Dos8 obtuviera casi otro medio millón de pesos de manera interrumpida. Negocio redondo: Carvajal le hizo un favor a Vargas con la revista Decisión de empresario, mientras que Vargas le pagó el favor a Carvajal con la revista Dos8. Chivo pagado, chivo brincado.
En nuestra página PXPress se ha insistido que el vocero del indirato le ha dado la vuelta a la Ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos en lo referente al conflicto de interés en el que ha incurrido abiertamente, lo mismo que el que lo fue fugazmente en los primeros meses de Indira Vizcaíno Silva, pues hay intereses de ambos de por medio; sin embargo, lo curioso es que en una administración que se precia de honrada, honesta, pura, transparente, sobria, inmaculada e intachable, nadie del Gobierno del Estado ha salido a aclarar algo en lo que evidentemente existen irregularidades a montón.
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Si algunos precandidatos que están considerados para 2024 en partidos rémoras como PT, PVEM, Panal y hasta MC, podrían echarle a perder el negocio a los dueños de las franquicias políticas en Colima, pues si ya se van a lanzar de lleno a la aventura incierta, al menos que vayan a la segura y traten directamente con el partido de los nuevos ricos, es decir, con Morena. ¿Qué caso tiene ir de candidato de algunos de los aliados que tienen los morenacos, si se puede ir de abanderado de Morena, con una aceitada maquinaria que no reparará en gastos para tratar de obtener los triunfos en las posiciones en disputa?
Salvo la presidencia de la República que estará en juego en 2024, en la que no cuentan los mexicanos en general (será, en Morena, decisión exclusiva de amlo nombrar al candidato presidencial de entre sus muy chafas y desacreditadas corcholatas), para Colima hay una enorme existencia de posibilidades de dónde escoger: fórmula al Senado de la República (primera y segunda), dos diputaciones federales, 16 distritos locales y 10 presidencias municipales, donde en este último caso hay que incluir al cabildo, con un síndico y sus regidores, que también son posiciones apetitosas, por lo menos en los municipios más grandes.
Ser candidato de Morena no será sinónimo de triunfo en las elecciones del 2024, pero al menos sus candidatos no le harán el caldo gordo al redituable negocio de los partidos paleros con los que cuenta en Colima, pues a los franquicitarios no les interesa si ganan o pierden sus abanderados, sino el número de votos que aporten en las urnas. Tener una buena votación, aunque no se gane ninguna posición, es equivalente a mantener el registro del partido y, por consiguiente, las prerrogativas de ley. Dos ejemplos, el PVEM se llevará anualmente, durante estos tres años, 4 millones 911 mil pesos; el MC, en tanto, 3 millones 861 mil pesos.
Puede ser un candidato con prestigio y capital político propio, pero si va por PT, PVEM o Panal, por ejemplo, lo único que hará es garantizarle al partido el registro y las prerrogativas, donde al final el ganador absoluto es Joel Padilla Peña, Virgilio Mendoza Amezcua, etcétera. El caso del MC es especial: uno de los diputados se ha logrado zafar el yugo que lo une a Morena en el Congreso del Estado, pero la otra continúa a su lado fielmente, pues por lo menos esa ha sido la directriz que ha marcado su dueño en Colima, el impresentable abarrotero Locho Morán Sánchez, que comenzó implacable en campaña contra Indira Vizcaíno Silva, pero al final del día resultó un manso corderito frente a ella.
A menos que en breve haya cambio al interior del MC, su actual dueño seguirá causando desconfianza entre los electores, pues los candidatos del 2024 lo único que harán será asegurarle tres años más (a partir del 2025) de prerrogativas a su dueño Locho Morán. Si es así, lo mejor será que los que piensen ir por Movimiento Ciudadano mejor se la jueguen directamente con la camiseta de Morena. Y en el caso del PT, del Panal y del PVEM, lo mejor sería que dejaran de hacer florecer el gran negocio que representa para sus “dirigentes” su situación de rémoras aliadas a los morenacos. LEER MÁS
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