El vídeo que circula en redes de dos jóvenes de una secundaria de Manzanillo peleando en plena horario escolar y a la vista de todos, y en el que uno de los involucrados incluso se convulsiona, ha causado indignación en la sociedad, y seguramente impotencia y bastante tristeza para los padres del joven en riesgo -y perdón que sea fatalista- de haber perdido la vida.

En el fondo de toda esta crisis de valores que vivimos (normalizada a través de una violencia ya barbárica) lo que tenemos es una educación fallida. La educación de la casa ha fallado, la educación de la escuela ha fallado y la educación de la calle ha fallado también, porque ahora los jóvenes tienen por mentores a una pantalla del celular, y eso es todo. Pero vayamos por partes, y hablemos específicamente del video de los jóvenes peleando.

Si bien los padres tienen mucho que ver en eso, lo cierto es que los jóvenes se pelearon en la escuela, dentro de la escuela, en un área pública (no en un baño, no encerrados en un salón de clase, no metidos en un agujero): dónde estaban entonces los encargados del orden y la disciplina de la escuela en ese preciso momento? Dónde estaban, por ejemplo, los prefectos, que deberían estar vigilando las áreas comunes de la escuela y no tomándose un café por ahí en la oficina de las secretarias o el director? dónde estaban los maestros de ese horario, si fue recreo, o si no había clase? dónde estaba el encargado de ese grupo? dónde estaba el director/a y el subdirector/a? dónde estaban los intendentes incluso?

Los muchachos, antes de llegar a los golpes, se estuvieran tanteando por lo menos el tiempo suficiente como para que un intendente, prefecto, maestro o directivo, o incluso algunos de los jóvenes observadores, pudiera haber alertado para detener la riña, pero nadie estaba ahí, nadie hizo nada. Por eso, quien estaba encargado directamente del orden y la disciplina en ese momento deberá ser sancionado estrictamente no sólo para que esto no vuelva a pasar en esa secundaria, sino para que todo el resto de las primarias y secundarias pongan también sus barbas a remojar.

Entiendo que el joven agredido se recupera favorablemente, pero qué tal si hubiera perdido la vida? Desde la Secretaría de Educación y Deporte deberán, pues, salir enérgicas penalizaciones y reglas más estrictas para el personal magisterial, a fin de que esto no vuelva a suceder. Y la Fiscalía, por supuesto, tampoco debe quedarnos a deber.