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Reflexiones desde la discusión en colectivo con el grupo del
Doctorado en Estudios Socioculturales sobre las Desigualdades
propiciado por la Dra. Ana Isabel Zermeño Flores.
No es fácil hacer radio. No sólo es cuestión de capacidades y pasión.
Las radios públicas universitarias tienen un doble rol, ya que son instituciones educativas y comunicativas con vocación pública. No responden a intereses comerciales pero participan en la ecología mediática con los medios con esos fines.
Para dimensionar el universo, a nivel nacional el INEGI reporta 1,199 estaciones de transmisión de programas de radio (DENUE, 2024).
Hay desventajas significativas en cuanto a recursos, posibilidades de allegarse financiamiento, lo que impacta en cobertura y equipamiento.
Sin embargo, responden a otras lógicas en la ecología mediática compartida y competida, precisamente por esa doble función que tienen y ejercen. Esta tiene que ver con otras formas de comunicar, de vehicular contenidos, de construir programaciones, de acercarse a sus audiencias.
Las perspectivas esperadas de estos espacios radiofónicos, que no son neutrales —no hay quien o quienes lo sean—, son esas posturas que permiten un ida y vuelta entre el medio y sus audiencias.
La propuesta de la perspectiva freiriana del diálogo como el espacio construido y buscado en el cual nos encontramos y reconocemos.
Esa decisión de construir una esfera pública más democrática e incluyente, porque en ella no se pretende excluir ni invisibilizar, sino procurar espacios participativos, para cada vez más grupos y personas que cuenten sus historias, sus vivencias, sus luchas, sus logros y esperanzas.
Abrir espacio a otras voces, otros saberes y otras formas de narrar el mundo, que hasta ahora han sido acalladas, relegadas o distorsionadas.
Desde estas perspectivas, enuncio-sugiero algunas acciones para que las radios públicas se constituyan en referentes de atención a sus audiencias, de promoción y ejercicio del derecho humano a la comunicación y de mitigación de las desigualdades comunicacionales y culturales:
ü pensar las radios públicas universitarias no como emisoras unidireccionales, sino como espacios de participación-activa y educación que potencien los derechos de las audiencias.
ü el derecho humano a la comunicación se entiende como la posibilidad de nombrar, ser escuchado y transformar desde la palabra
ü asegurar el derecho a la comunicación como derecho a la diferencia, al diálogo y al reconocimiento como sujetos-sujetas de conocimiento y comunicación
ü que las radios públicas puedan ejercer autonomía, proteger los datos de sus comunidades y sostener una lógica de comunicación no extractiva
ü rol proactivo en la formación de ciudadanías críticas, en la deliberación colectiva y en la articulación de demandas sociales
ü las radios universitarias no son espacios neutrales, pero pueden funcionar como emisoras contrahegemónicas asumiendo una reflexión crítica sobre sus propias formas de enunciación y representatividad
Las radios públicas universitarias tienen una importante presencia a nivel nacional e, igualmente, tienen una gran responsabilidad con su propia vocación, con su identidad.