En un video que subió a las redes sociales después de la vista de la presidente de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, a la ciudad puerto de Manzanillo, la morena alcaldesa Rosa María Bayardo Cabrera se queja amargamente de que sus malquerientes llevan tiempo ya golpeándola inmisericordemente, maltrato de juzga injusto y exagerado, y más proviniendo de ex camaradas de su Partido Movimiento de Regeneración y de impulsores de otros aspirantes de la 4T-II a la misma candidatura a gobernador del estado a disputarse en las elecciones intermedias de 2027.

El diferendo entre la alcaldesa Bayardo Cabrera y su antecesora en el cargo, Griselda Martínez M, secundada está por la ex Secretaria del H. Ayuntamiento de Manzanillo, Martha María Zepeda del Toro, lleva ya unos cuatro años, pero se ha acentuado a últimas fechas en las que se han dado duro, tupido y mucho. “La que se ríe se lleva y la que se lleva se aguanta”, reza el refrán, y Rosy es muy risueña, pero con su video terminó evidenciando ser de piel muy sensible.

Griselda y Martha María le han topado de frente a Rosa María, contrariamente a como lo han hecho con anónimos difundidos a través de las malditas redes sociales, cobardes plenamente identificados por la inteligencia al servicio de la gobernadora. Mención aparte merece el fuego amigo atizado por otros 4T-II que quieren bajarla del macho en la carrera por la candidatura MORENA-PVEM-PT a gobernador de Colima 2027-2033.

Aunque su principal cliente es el alcalde capitalino Riult Rivera Gutiérrez, hay indicios de que, en solidaridad con sus militantes distinguidas, Griselda Martínez M y Martha María Zepeda del Toro, el Partido Movimiento Ciudadano en Colima propiedad del bilingüe egresado del ITAM y de Essex University, a través de sus sicarios del teclado, también le atiza a Rosa María Bayardo Cabrera, Eso sí, tira la piedra y esconde la mano

Los alcaldes de Colima, Riult Rivera Gutiérrez; y de Villa de Álvarez, Esther Rodríguez Andrade, las cartas fuertes del PAN y del PRI para competir en 2027 por la gubernatura del estado, han recibido mucha más metralla que la porteña de corazón Rosa María Bayardo Cabrera, y, hasta ahora, la han aguantado a pie firme, sin asumirse como víctimas ni pedir clemencia, sabedores de que, si los golpean sistemáticamente y en más de las veces en forma anónima, por algo será. Nadie en su sano juicio podrá insinuar que la real oposición política colimense, léase PRI, PAN, Esther Gutiérrez Andrade y Riult Rivera Gutiérrez, se haya ocupado en demeritar a la bonita morena Rosa María Bayardo Cabrera, quien lo sabe, aunque no lo publique.

El haber destapado a Rosa María Bayardo en calidad de única ungida para convertirse en la tercera mujer en gobernar el estado de Colima, como lo hicieron Arnoldo Vizcaíno Rodríguez, Secretario de Formación y Capacitación Política del Partido Movimiento de Regeneración Nacional; la gobernadora Indira Vizcaíno Silva y la misma presidente de la República, Indira Vizcaíno Silva, secundados por sesudos opinadores periodísticos porteños que sentenciaron que “Rosy está lista para asumir, desde ya, el título de virtual pre candidata de la Cuarta Transformación a la gubernatura del estado en los comicios generales del primer domingo del mes de junio del 2027. Que todos los activos políticos y electorales de la 4T se están moviendo en Manzanillo y están apuntalando su proyecto”, la convirtió en blanco fácil del tiroteo de otros aspirantes 4t-II al mismo cargo a quienes dejaron desde hace rato ya fuera de la jugada.

EL ACABO

*En lugar de quejarse de golpeteo político, Rosa María Bayardo Cabrera debe hacerse de otros corredores 4T-II amigos, para que le corten el viento en una carrera que durará dos años más, y la protejan de los celosos y recelosos miembros como ella del grupo en el poder estatal que no se resignan a dejarle franco el camino hacia su candidatura en 2027. Advertida está. ¡De nada!

*No es con mítines masivos en el Zócalo de la ciudad de México como la presidente de la República atemperará el ánimo rijoso convulsivo, soberbio y prepotente de colorado Trump. ¿O sí?