El buen uso de las expresiones, de las figuras retóricas en un discurso, puede hacer una gran diferencia al tratar de “darnos a entender”. Una expresión mal dicha, puede cambiar totalmente el sentido de lo que quisimos decir y generar confusión. Cuando esto ocurre, sobre todo en al ámbito público o político, es sumamente necesario corregir y aclarar antes de que las interpretaciones erróneas generen un impacto negativo en la opinión pública.
Ejemplo de lo anterior es lo sucedido en torno a la salida de dirigentes y militantes del PRI y del PAN en Coquimatlán. El pasado 28 de enero, en una rueda de prensa, los anteriormente señalados anunciaron su salida de esos institutos políticos debido a desacuerdos, descalificaciones, señalamientos y el menosprecio de sus dirigentes que, en lugar de favorecerlos tras el resultado electoral, entregaron posiciones a “personas externas” a los partidos, a decir de los propios inconformes.
Por parte de los expriístas, son ocho quienes manifestaron haber entregado su renuncia de forma personal al dirigente estatal Enrique Rojas, quien según declararon, no hizo ningún esfuerzo por persuadirlos a permanecer en el partido. Tanto Wilbert Magallón (ex dirigente municipal del PRI y actual regidor) como Evelyn Rosales (actual síndico municipal), expresaron que por muchos años se mantuvieron leales al tricolor y trabajaron desde abajo, consiguiendo en la última elección la victoria en alianza con el PAN, sin embargo, manifestaron públicamente que han sido objeto de ataques y difamaciones en redes sociales además de que no se han sentido respaldados por su dirigencia quien consideran ha cedido en todo con un grupo de personas con actitudes “oportunistas” que buscan el control del municipio.
La respuesta de la dirigencia estatal del PRI fue un meeting público en el que se entregaron nombramientos a los dirigentes sustitutos, en un intento por minimizar la salida de los ahora ex priistas, además de un acto de “salutación” al presidente municipal de Coquimatlán en la propia presidencia donde reiteraron el respaldo del partido tricolor al alcalde emanado del PAN que llegó a esa posición como suplente debido a que el candidato ganador se encuentra preso por acusaciones de abuso sexual infantil.
Hay que recordar que en los últimos años, el Partido Revolucionario Institucional ha sufrido la salida de liderazgos que generaron un boquete en las estructuras de un instituto político que no se ha podido levantar. En esto puede enumerarse perfiles como Margarita Moreno, Jesús Dueñas, Federico Rangel y Arturo Noriega, que abandonaron las filas priístas para sumarse a Movimiento Ciudadano, tres de ellos siendo diputados. Así mismo, la poca efectividad en la pasada elección en la que figuras identificadas con el PAN fueron las triunfadoras, dejaron dentro del tricolor la búsqueda de posiciones en los cabildos y ayuntamientos para acomodar a sus correligionarios y subsistir mientras que al interior del partido continúa la convulsión para intentar resurgir.
Sin embargo, el mensaje que se envió no refleja a un partido que se fortalece, sino uno que deja de manifiesto la crisis que atraviesa.
El dirigente estatal, Enrique Rojas, que tomó las riendas de lo que quedaba del partido de manos de Arnoldo Ochoa (diputado local plurinominal en la actualidad), expresó mediante el micrófono que “siempre es mejor ganar una parte de la administración del gobierno, que por arrebatados nos quedemos sin nada, vamos siendo muy inteligentes, es política de la buena, política que construye, política que pueda servir a los coquimatlenses”. Rojas Orozco pudo hilar un mejor discurso para explicar la dinámica de las coaliciones, pues sus palabras denotan conformismo ante un comité municipal que acaba de sufrir la salida de su dirigente y que necesita de su líder el ánimo para trabajar e ir por todo y no por lo que les toque.
La construcción del mensaje pudo ser encaminado hacia la confianza, hacia el fortalecimiento de los trabajos que debe realizar la base, hacia los principios partidistas y a la reputación de las buenas figuras priístas tanto del estado como del municipio, en un discurso que inspirara a trabajar más allá de impulsar a un candidato de otras siglas en la próxima elección, pues de antemano está estableciendo que “no hay que ser arrebatados” y que la estrategia es “ganar una parte de la administración (…) que quedarnos sin nada”, ¿qué esperanza entonces les está dando?.
Además de lo anterior, afirmó en la parte culminante de su discurso que “por uno que se vaya, diez que regresamos, por uno que se vuelva a ir, 20 que vuelven, porque aquí hay gente que definitivamente tenía mucho que no se acercaba, pero hoy regresan a casa”.
Si buscaba un mensaje motivador, este no lo es, porque la aseveración respalda exactamente el dicho de los dirigentes que recién abandonaron el partido, en el sentido de que en el proceso de entrega recepción, se involucró a personas que “por muchos años se habían alejado del Partido Revolucionario Institucional” y que ahora metían las manos desplazándolos a ellos que sí le talacharon y, a decir de los quejosos, con el aval de la dirigencia estatal, que fue precisamente el motivo de su salida.
A su vez, el expresar que ex dirigentes y liderazgos priístas tenían mucho que no se acercaban, puede interpretarse como un abandono a la dirigencia que renunció el pasado 18 de enero. Pero también puede significar una respuesta al llamado del propio partido para fortalecerlo ante la crisis que atraviesa, sin embargo, ninguno de ellos tomó la palabra como representante para aceptar su alejamiento durante todo ese periodo, pedir perdón a la militancia y expresar ahora su apoyo y compromiso para lo que viene.
Por otro lado, esa expresión de “ser inteligente” y “ganar una parte de la administración que quedarnos sin nada”, puede abrir la puerta a una interpretación más allá de la conformación de alianzas o coaliciones electorales, trasladándolo tal cual al ámbito de las conveniencias incluso personales que violarían los principios del propio partido y que serviría como justificación para que militantes salten del barco teniendo como base el hecho de que más vale quedarse con algo que con nada. Lo cual no quiso decir el orador.
Por otro lado, pienso que hubiera sido mejor culminar su acto político respaldando a un priísta que a un panista. Los participantes vestidos de rojo y con bandera del PRI, se trasladaron a la presidencia para mostrar su apoyo y lealtad al presidente municipal emanado del PAN que debió tomar protesta en lugar del candidato ganador que en otra ocasión compitió por el Verde Ecologista, luego se vistió de azul para encabezar la coalición y finalmente terminó detenido por presunto abuso sexual. Hubiera sido mejor respaldar a la regidora del PRI, Noemí Gallegos, para recompensar así su lealtad y que quedara todo como un tema de casa y no en la escena que vimos por Pantallazo Informativo en la que los priístas repetían el coro morenista de “presidente, presidente, presidente” (lo siento, puede no ser un coro morenista, pero a estas alturas se asocia así).
Finalmente, no podía dejar de mencionar el llamado realizado en su oportunidad por el delegado nacional del PRI, Carlos Cruz Mendoza, que en su intervención hizo un llamado a buscar “candidatos que no tengan cola que les pisen, tengan buen desempeño y que la gente vuelva a confiar”… ¿Es una reflexión sobre la elección pasada o por qué lo dijo?.
Hasta aquí los apuntes de hoy.
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