La Presidente de la República, Clara Sheinbaum Pardo, les hizo el día 15 de noviembre de 2024 el primer exhorto a los rectores de las universidades públicas del país encabezados por el de la Nacional Autónoma de México, a practicar la austeridad republicana en la administración de los recursos públicos a su cargo. El segundo, dos semanas después, claro indicador del apretón financiero que les viene en camino desde el gobierno del Segundo Piso de la Cuarta Transformación.
“Con respeto a las autonomías universitarias, es importante que se haga una revisión de en qué se gasta el dinero, porque ha habido un crecimiento muy grande de las burocracias universitarias, entonces depende de la propia UNAM, sí, pero tiene que haber también una austeridad republicana para que los recursos se destinen a las tres tareas fundamentales: educción, investigación y difusión de la cultura”, ha sentenciado inapelable la promotora de las universidades de la 4T como la de la Ciudad de México, la Rosario Castellanos, la de la Salud, las Benito Juárez y las Interculturales.
Blandito y dispuesto a obedecer las instrucciones giradas por Sheinbaum Pardo, el Rector de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas, se comprometió con ella a revisar el uso que hace de su presupuesto. “Él me dijo que estaba de acuerdo en que tenían que revisar sus gastos”, anunció satisfecha ella en su mañanera del viernes 29 de noviembre de 2024, actitud que habrán de adoptar también los rectores del resto de todas las universidades públicas del país como el de la de Colima, Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño. ¿O no?
“Está en el tercero constitucional muy claramente que la educación superior como otros niveles educativos debe ser gratuita, toda mi juventud me dediqué a luchar por la educación gratuita y la educación como un derecho, hay universidades en efecto que cobran colegiaturas y algunas otras cuotas”, sacó de su morado pecho la heroína de la lucha en contra de las cuotas estudiantiles que para evitarlas paró durante diez largos meses, 1999-2000, el trabajo de la UNAM , junto con sus entonces camaradas, y ahora pretende suprimirlas en todas las demás universidades públicas del país a pesar de que las mismas son una fuente importante de ingresos propios de los cuales no pueden prescindir por motivos meramente populistas.
Van dos llamadas al hilo que la presidente de México les hace a los rectores de todas las universidades públicas del país como el de la de Colima, Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño, quien, hasta ahora, no ha acusado recibo de las mismas, no ha puesto sus barbas a remojar, cuando más que sabido es que tiene mucho de donde recortar como los altos sueldos y prestaciones a la clase dorada universitaria, activa y en retiro, tanto burocrática y política como académica. ¿O no?
Por lo visto, los exhortos presidenciales a la austeridad republicana que deben observar religiosamente los rectores de las universidades públicas del país no le quitan el sueño al de a de Colima, Christian Torres Ortiz Zermeño, ni al saliente de la de Guadalajara, Ricardo Villa Nueva Lomelí, a quien en premio por su valiosa colaboración en el estado de Jalisco a favor de la ex candidata del Partido Movimiento de Regeneración Nacional a la presidencia de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, será incorporado en breve a un alto cargo en la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno Federal
EL ACABO
*Si la Presidente de México, Claudia Sheinbaum Pardo, jura y perjura que las universidades de la Cuarta Transformación no son un fraude académico como sostiene el ex Rector de la UNAM, José Ramón Narro Robles, hay que hacerle como que se le cree, ya ven como se pone cuando abiertamente la contradicen.
*Tras la acusación presidencial a las universitarias públicas del país por sus excesivamente costosas burocracias, vendrán señalamientos flamígeros de corrupción y falta de democracia en la elección de sus directivos, y entonces sí, “te fuiste conchita al mar”, terminarán como el Poder Judicial de la Federación. Al tiempo.
*Sheinbaum Pardo abjura de la UNAM que la tuvo, la sostuvo y tanto le dio, también a su familia. ¡Ah ingratitud!