*A través del uso de la realidad virtual, principalmente, mediante un proyecto multidisciplinario financiado por la convocatoria Fortalecimiento a la Investigación 2024 de la Universidad de Colima
Verónica Guzmán Sandoval, investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima y titular del proyecto: “Rehabilitación neurocognitiva mediante el uso de realidad virtual en niños y niñas con diagnóstico de estrés postraumático de instituciones asistenciales y de salud de Colima”, dijo en entrevista que este trabajo surgió al observar los resultados de evaluaciones que han hecho durante los últimos 5 años en infantes de casas hogar.
Durante dichas evaluaciones, que incluyen tanto la nutrición y la salud física como el aspecto psicológico, se percataron de que algunos de los infantes presentaban de la nada crisis de llanto, berrinches o estallidos de furia. Si bien algunos de ellos ya tenían el diagnóstico de este trastorno, hicieron evaluaciones en el resto de las y los pequeños que presentaban estas crisis, y el común denominador fue el trastorno de estrés postraumático.
¿Qué es el estrés postraumático?
El trastorno por estrés postraumático (TEPT) es una condición de salud mental que puede desarrollarse después de experimentar o presenciar un evento traumático. Dichos eventos pueden poner en peligro la vida, como un desastre natural, un accidente grave, una agresión sexual, una guerra o una amenaza de muerte. Sin embargo, no todas las personas que experimentan un trauma desarrollarán TEPT.
La susceptibilidad a desarrollar este trastorno puede variar de una persona a otra y puede estar influenciada por factores genéticos, experiencias previas y factores sociales.
Este trastorno, explicó Verónica, ocurre luego de un evento traumático y sostenido en el tiempo. “En el caso del estudio podríamos definirlo como ‘un estado clínico en el que la persona vive un trauma por la violencia física, psicológica o sexual”. Esta violencia, dijo, “inclusive afecta el periodo del desarrollo del bebé en el vientre, porque es uno de los periodos sensibles del neurodesarrollo; es decir, si una madre estuvo expuesta a una forma de maltrato constante o al consumo de drogas, el bebé tiene una alta probabilidad de presentar dificultades en el desarrollo cognitivo”.
El trastorno afecta las funciones ejecutivas, como la memoria, el control inhibitorio de la conducta, la regulación emocional, la flexibilidad mental y la planificación, entre otros aspectos. “Estas funciones son las que permiten la autonomía de la persona en la etapa adulta”.
De ahí que quienes presentan este trastorno, agregó, en un primer momento tengan reexperimentaciones del evento; es decir, “el pensamiento se acompaña de la imagen y de las sensaciones vividas durante el evento traumático; esto genera una crisis para los niños, pues tiene un componente fisiológico que desencadena una respuesta que le llamamos simpática, modulada por el Sistema Autónomo, el cual regula la frecuencia cardiaca, la saturación de oxígeno, presión arterial y la liberación de hormonas como el cortisol, que en grandes cantidades podrían afectar el organismo de una persona”.
Cuando estos “flashbacks” suceden, explicó, los niños comienzan a llorar de la nada, a tener un berrinche y/o un estallido de furia. “Porque la emoción es intensa y las funciones ejecutivas se minimizan; en ese momento, las y los niños no pueden emitir una evaluación cognitiva objetiva y exhibir una conducta acorde con el contexto”.
Aunado a ello, comentó, pueden presentar dificultades en el aprendizaje, en la adquisición del lenguaje o el aprendizaje lógico-matemática. “En muchas ocasiones exigimos de más a estos niños para que adquieran las habilidades, sin darnos cuenta de que las funciones ejecutivas están afectadas por un evento traumático y requieren ser rehabilitadas a la brevedad posible, antes de culminar sus periodos sensibles para el aprendizaje”.
Desafortunadamente, dijo la investigadora, el TEPT es una entidad clínica que está subdiagnosticada. “Hay personas que tienen este trastorno y no se percatan de ello o en muchas ocasiones el trastorno se confunde con los síntomas de otros cuadros clínicos, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad o depresión, porque no se tienen los antecedentes del trauma”.
“De ahí la importancia de realizar una intervención oportuna y eficiente en los niñas y niños con este trastorno”, resaltó. Por ello, adelantó que con los recursos de este proyecto de investigación buscarán dar atención integral a los menores mediante un multidisciplinario constituido por fisiólogos, neurólogos, expertos en tecnologías de la información, químicos y con la ayuda de la realidad virtual.
Rehabilitación neurocognitiva a través de la realidad virtual
Ante la falta de espacios aptos donde los niños puedan recibir atención adecuada, y al saber que este trastorno es un cuadro clínico complejo, el equipo multidisciplinario comenzó a buscar opciones hasta llegar a la realidad virtual. Con ella, mediante unos lentes especiales, los niños y niñas pueden adentrarse a un lugar seguro con retroalimentación auditiva guiada por expertos. “Viajaremos a diferentes lugares para trabajar la memoria y resolución de problemas” dijo la doctora Guzmán Sandoval.
Para la investigadora universitaria, la atención oportuna de la salud mental de la niñez es uno de los grandes desafíos que se tienen en el país. “Porque es difícil para quien vive con trastorno de estrés postraumático no poderse regular emocionalmente, no poder aprender lo que se requiere en la escuela y sentirse observado o juzgado por los demás”.
“Estamos conscientes -continúo- de que los abordajes tradicionales en el ámbito clínico no nos alcanzan y por eso nos agrupamos como equipo de trabajo y realizamos una propuesta basada en tecnología para que fuera accesible y fácil de usar para los niños. Sí o sí necesitamos apostarle a la rehabilitación neurocognitiva de la niñez de nuestro país, que está vulnerable. Todo el equipo de trabajo estamos emocionados, preparados y sumamente agradecidos con el apoyo de la convocatoria para comenzar a trabajar este proyecto”.
En el proyecto participan, Oscar González Pérez, de la Facultad de Psicología; Laura Sanely Gaytán Lugo, de la Facultad de Mecatrónica; Silvia Berenice Fajardo Flores, de la Facultad de Telemática; Daniel Alberto Montes Galindo, de la Facultad de Ciencias Químicas; Emmanuel Álvarez Paredes, de bachillerato y Irving Armando Cruz Albarrán, de la Facultad de Mecatrónica de la Universidad Autónoma de Querétaro.