*El viernes charló con alumnas y alumnos de la Facultad de Letras y Comunicación y con el público, entre el que destacó el gran número de poetas locales
Muy recordada será la charla que sostuvo este viernes el poeta, novelista y ensayista español Luis García Montero con estudiantes de Letras Hispanoamericanas de la Facultad de Letras y Comunicación (Falcom), como parte de las actividades que realizó durante su visita a la Universidad de Colima (UdeC) para recibir el Doctor Honoris Causa.
En el auditorio “Gregorio Macedo López”, García Montero reflexionó en torno al quehacer docente, las nuevas generaciones, las nuevas tecnologías y el amor. Acompañaron al poeta los escritores y también poetas Mario Bojórquez y Rogelio Guedea.
En su participación, con la claridad y profundidad que traen el tiempo y la vida, Luis García Montero dijo que cada generación tiene una educación sentimental distinta. Si cuando él inició dando clases, hace ya más de 40 años, todo mundo conocía los poemas de Joan Manuel Serrat o de Violeta Parra, hoy las nuevas generaciones no saben quiénes son, “y eso no es motivo para decir que los jóvenes de ahora son tontos”
Este hecho, aclaró, “me sirve para crear conciencia de que la nueva generación de jóvenes tiene una educación sentimental diferente a la mía y que muchos de los cantantes que a ellos les gustan, yo no tengo ni idea de quienes son. Identificar esta diferencia les permitirá a todos los profesores del área que sea, poder hablar con ellos como poeta y como profesor”.
Confesó, sin embargo, que muchos de los cantantes que les gustan a los más jóvenes no consiguen entusiasmarlo. “Hay muy pocos raperos que me gusten”.
Durante la presentación, Mario Bojórquez dijo que Luis García Montero es una de las voces poéticas más destacadas de la lengua española de nuestros días. En su obra se desarrollan, además de la poesía, el ensayo, la novela y el periodismo.
García Montero es también, dijo, profesor de la Universidad de Granada y actualmente director del Instituto Cervantes. “Ha recibido numerosos reconocimientos por su obra en una trayectoria fundamental para la literatura de nuestra lengua, a los que se suman el doctorado honoris causa que le otorgó la Universidad de Colima”
García Montero compartió que tuvo la suerte de que a su padre le gustara la poesía y les leía en voz alta sus poemas preferidos. Compartió con los estudiantes el libro que leía su padre y que de alguna manera lo inició en el mundo de la poesía: “Las mil mejores poesías de la Lengua Castellana”, preparado por Juan Bautista. Allí lo marcó el poema de José de Espronceda: “La canción del pirata”.
Después vendría el despertar luminoso a la poesía a través de la obra de Federico García Lorca, que no sólo era granadino, como él, sino que vivió muy cerca de su casa. La obra de Lorca lo sacudió por la forma que el poeta asesinado por el dictador Franco tiene de adjetivar. Citó incluso algunos versos del libro “Poeta en Nueva York”, donde Lorca habla de “monedas furiosas” y critica el capitalismo sin alma de Estados Unidos.
En este sentido, remarcó que tan importante como las ciencias exactas y la tecnología son las humanidades. “Entre éstas, la poesía es la raíz que le exige a la ciencia y la técnica trabajar en favor de la sensibilidad y la dignidad humanas”.
Al preguntarle qué es para él el amor, García Montero dijo tajantemente que “es una suerte, porque existe la posibilidad de vivir sin conocer el amor o de conocerlo, o que al final los dos acaben como en una guerra entre perros y gatos”.
El amor le ha servido a García Montero también para reflexionar sobre sí mismo y la importancia del significado de la vida. “Cuando alguien conoce el amor está intentando construir un nosotros, aquello que motiva a reunirnos en comunidad”. Ese nosotros, dijo, no es una relación en la que uno manda y el otro obedece. “El individuo tiene el derecho y la obligación de respetar, de ser respetado y defender su dignidad y su conciencia”.
El amor también le sirvió para compartir con las y los asistentes, entre los que hubo un buen número de poetas locales, cuál es su ars poética o el conjunto de reglas y principios que guían su creación poética.
Para él, la poesía es un oficio que va más allá del mero desahogo o la confesión. Se trata, dijo, de construir un texto que el lector o lectora puedan considerar como suyo. No se trata de que digan: “qué poeta tan enamorado”, sino que el lector pueda habitar el poema. Para explicar mejor la idea habló de uno de sus poemas.
Dijo que a él le gusta leer en la cama, pero que se duerme pronto y madruga a leer, y que a su pareja le ocurre lo opuesto: se duerme hasta la madrugada y se levanta tarde. Por lo que puede haber un conflicto. Para describir esta situación y cómo la solucionó, no lo hizo de manera literal o confesional, sino que se elevó más para escribir: “También es el amor una luz negociada”, con lo que un hecho cotidiano se enriquece de ecos más profundos y se pone al alcance de todos y de todas.
“Una metáfora de la experiencia más cotidiana invita a trascender y pensar en el amor como una experiencia de la condición humana donde el conocimiento, la complicidad y el reconocimiento del otro son fundamentales, y en este sentido es lo que está en juego cuando digo palabras de amor”, dijo por último para irse a una entrevista en la radio.
Antes de irse alcanzó a responder algunas preguntas del público y leyó el poema “Lectores”, de su autoría: “También es el amor una luz negociada. / Somos barcos nocturnos que fondean / en esta habitación / junto a una cama que parece un puerto. / No me importa que tardes en apagar la luz / si me quedo dormido en tu lectura. / Un faro parpadea muy pegado a tu cuerpo / para que Ulises pueda hacer justicia, / mientras que Fortunata / naufraga por las calles de Madrid / y la esperanza se defiende / con uñas y alegría / en la ciencia ficción de cualquier cuerpo…”
“Tampoco tú protestas / si yo enciendo la luz antes de hora. / Duermo poco. Digamos que a las 5 / mi mesita de noche es una dársena / donde hay carga y descarga de palabras / que pasan a tu sueño. / Por Nueva York camina Baudelaire, / Federico en París, / mientras Machado cruza la frontera / y Cernuda nos habla de Galdós / bajo el cielo de México. / El amor es también una luz negociada. / Me das tus sueños al vivir los míos. / Te doy mis sueños al guardar los tuyos. / Historias que se enlazan como cuerpos.”