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Constantemente somos invitados a participar en distintos eventos, actividades. Desde reuniones familiares, de amistades, en el trabajo, la escuela; en todos nuestros ámbitos de relación tomar parte es fundamental.

Las instituciones, por convicción y/o obligadas por marcos normativos, establecen distintos mecanismos para interactuar con las personas que requieren sus servicios. Muy extendido es el buzón de sugerencias -físico o virtual-; pero también hay mecanismos de evaluación, encuestas, formularios, reuniones.

Una que está tomando auge es la llamada consulta pública. No es nueva, por supuesto, pero en distintos espacios van tomando fuerza.

El INEGI, por ejemplo, es un mecanismo que utiliza de manera frecuente para poner a consideración de expertos y la población en general algunos de los programas que realizará en el futuro. De esta manera son puestos a escrutinio los Censos Nacionales – población y vivienda, económicos, agropecuario, de gobierno-, distintas encuestas -ENDIREH, ENIGH, Encuesta Intercensal-., por citar algunos. No es la única institución.

En esto de la participación, quiero destacar su importancia. Tiene que ver con un ejercicio democrático, de involucramiento y también, por qué no, de apropiarse de las instituciones y sus procesos. Sobre todo, y principalmente, de las públicas, de lo que atañe directamente a la sociedad, a sus derechos y el ejercicio de los mismos.

El mismo proceso electoral es, de alguna manera, una consulta ciudadana: a quiénes la mayoría elige para los disantos cargos de elección.

Sin embargo, esta participación para que sea real y efectiva, no una simulación, debe ir aparejada del compromiso institucional de tomar en cuenta los distintos pareceres, los argumentos presentados, tener vocación de escucha y respeto por quienes lo hacen.

No son opiniones para el archivo muerto, para elaborar estadísticas de cuántas personas participaron, cuántas opiniones se recibieron, sino cuál es el impacto de dichas observaciones, cuáles procesos institucionales se mejoraron, cuál es la retribución.

Todo esto viene a cuento porque en este momento el Instituto Federal de Telecomunicaciones -IFT- tiene disponibles ocho consultas públicas en su portal. Una de ellas, es sobre el Anteproyecto de Lineamientos Generales para garantizar los Derechos de las Audiencias.

Una consulta que tiene que ver con nuestro rol como audiencias, para que opinemos sobre cómo conocer y hacer valer esos derechos, para que no nos digan que nuestra principal opción es cambiar de sintonía, de canal, de frecuencia.

Es necesario que ese anteproyecto se enriquezca, que nombre a las distintas audiencias, que señale claramente los derechos y obligaciones de los medios que tienen concesionado -no son dueños- algún medio.

En pocas palabras, que la participación se haga costumbre, ello permitirá que nuestra voz resuene, que nos escuchen, atienda y también que la democracia sea más real y efectiva.

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