Algunos actores políticos ignorantes (como el propio Benjamín Alamillo, líder de Movimiento Ciudadano en Colima) salieron con el cuento de que la destitución de María Elena Ruiz Visfocri del Instituto Electoral del Estado había sido un asunto de “revanchismo político por parte de Morena”. No se le ocurrió otra cosa. Otros se llamaron igualmente sorprendidos por esta “súbita” separación del cargo de la ahora ex consejera presidenta del IEE.
Lo que es importante señalar es que desde, por lo menos, mediados del año pasado Ruiz Visfocri empezó a acumular denuncias a diestra y siniestra por una serie significativa de irregularidades en sus funciones, denuncias no sólo ante el Instituto Nacional Electoral o el Tribunal Electoral Estatal, sino incluso ante la Comisión de Derechos Humanos, éstas últimas por “violaciones a los derechos humanos de los trabajadores de ese órgano electoral”.
Hubo, por tanto, desde entonces tres procedimientos de “remoción” de la entonces consejera ante el Instituto Nacional Electoral, uno de ellos promovido por un ex directivo del IEE, el licenciado José Luis Salvatierra Santos. En todos los procedimientos se le denunciaba despido injustificado y masivo de directores y demás personal del IEE; negligencia al dejar tres direcciones del IEE acéfalas de 3 a 8 meses; negligente defensa jurídica del IEEC y nombramientos realizados sin seguir las formalidades que exige el reglamento de elecciones del INE”.
También se denunció “contratación indebida de personal, mal uso del presupuesto, uso indebido de vehículos oficiales por parte de sus familiares (esposo e hijo), decisiones unilaterales y arbitrarias que afectan al órgano electoral”. Etcétera, etcétera. Por todo lo anterior, el pasado miércoles 31 de julio el Consejo General del INE resolvió la destitución de la consejera presidenta que ya venía causando demasiados descalabros al Instituto Electoral del Estado, incluidos los financieros por su actuar negligente e incompetente ante las denuncias que surgían en su contra.
Si bien todo es político (hasta publicar un libro de poemas que ponga en jaque la opinión pública es algo político), en esta ocasión creo que debemos ser claros en las causas de esta destitución y en lo importante que es que los servidores públicos que estén a cargo de tan importantes y trascendentes organismos sepan, por lo menos, hacer su trabajo, tengan trayectorias meritorias en ese rubro y puedan, por tanto, más allá de compadrazgos políticos (ahí sí como los que tiene la ex consejera presidenta Ruiz Visfocri), realizar una labor digna que dignifique a la ciudadanía que representan y, en este caso, a los propios trabajadores del órgano electoral.
El actuar del INE, aunque no tan pronto ni expedito como uno quisiera, me parece ejemplar en este caso, pero más ejemplar me parece que quienes sí saben de materia electoral en el estado (como aquellos que tuvieron el valor de denunciar a Ruiz Visfocri) hayan utilizado el camino de la ley (faltaba más) para hacer justicia a los atropellos de la ahora ex consejera presidenta del IEE. Sirva esto, pues, como un ejemplo para otros organismos que están atravesando por situaciones similares.