El declarado aspirante a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional, diputado federal plurinominal reelecto, Jorge Romero Herrera, sentencia que “la derrota electoral obliga a relanzar al partido, que ahora tiene que abrirse sí o sí a la ciudadanía, pero ya en serio, ya no puede ser eslogan o un discurso”, como lo ha sido cada vez que sale maltrecho de las urnas, para cerrársele a la hora del parto y reparto de candidaturas, sobre todo tratándose de las primeras plurinominales de las respectivas listas.

Romero Herrera hace votos para que su partido sea visto como “una herramienta de la oposición ciudadana, una fuerza política abierta al diálogo con el próximo gobierno”, y no un partido cupular con militancia administrada que ha abusado de la confianza de millones de simpatizantes que históricamente le han dado sus votos a cambio de nada. Para transitar de las declaraciones a los hechos, bien haría el PAN en empezar por abrirles espacios directivos a cuadros valiosos de la llamada Sociedad Civil, multicolores, no nada más rosados.

Da en blanco el muy probable sucesor de Marko Cortés Mendosa al reconocer que “una lección del 2 de junio es que el partido debe ampliar su agenda y construir una para ese México muy profundo al que nos ha costado trabajo acceder, agenda que debe tratar sobre la vida diaria de las personas”; también, al aceptar que no supieron “transmitir la importancia que para la vida diaria supone defender un país con contrapesos, un país con democracia”.

Y sí, la verdad es que el PAN, en su búsqueda de posiciones de poder, se olvidó de la misión que le definieron sus fundadores y de los principios doctrinarios que le heredaron. Las consecuencias: la gente de a pie se le fue alejando hasta el punto de tenerlo en la ruta de la desaparición por la que perdió el registro ante el Instituto Nacional el Partido de la Revolución Democrática.

Jorge Romero Herrera jura y perjura que sólo contenderá por la dirigencia nacional de su partido si “se impulsa la apertura partidista pendiente”, sabedor de que, si la puerta azul sigue cerrada con tres candados, cada vez menos ciudadanos voltearán a ver al PAN como alternativa viable para la defensa de sus derechos y el logro de sus aspiraciones. Estoy absolutamente convencido de que tenemos que abrir las puertas de par en par, incluidas voces disidentes que llegan y nos digan, a ver, yo soy panista por una razón, no porque tenga credencial del PAN, sino porque llevo toda mi vida votando por el PAN… ¡Claro que ese es un panista! Tiene todo el derecho de decirnos cómo lo hemos hecho: bien o mal. Son personas que llevan votando por nosotros, y que sostienen al PAN. En este año 10 millones de personas y no debemos no ponerles atención, debemos tomar decisiones con ellas”, dispara con puntería apache.

Jorge Romero Herrera se compromete a evitar una campaña interna con enfrentamientos hacia sus posibles competidores, y resalta la importancia de que se sepa que “quien asuma la dirigencia del PAN lo va a hacer en uno de los momentos más difíciles del PAN; va a ser todo menos un día de campo; va a ser una dirigencia muy cuesta arriba”. ¡Y sí! La tendrá muy complicada.

Para Jorge Romero Herrera, “cada vez la gente empieza a votar menos por la marca y más por una persona que tiene una base social. Ésa es la visión que yo tengo y si el panismo considerara que no debe ser esa la visión, entonces yo creo que yo no debo de ser su presidente”.

EL ACABO

Las verdades de a kilo expresadas por Jorge Romero Herrera:

1,- Como partido, “no supimos transmitir la importancia que para la vida diaria supone defender un país con contrapesos, un país con democracia, un país en donde puedas tener —siendo opositor o parte de algún medio de comunicación o siendo un organismo constitucionalmente autónomo— otra opinión”.

2.- “La gente también nos manda el mensaje de decir escojan sus batallas como oposición, ya no estén en contra de todo, todo el tiempo, por el simple hecho de que proviene del gobierno. Y, cuando las den, háganlo ya no con un discurso de descalificación, mejor propongan. A lo mejor eso fue algo que chocó, algo que fue chocante”.

3.- Afinar la capacidad de análisis para determinar cuándo ir a favor y cuándo se trata de una situación retrógrada o tóxica. Y, por lo tanto, bajarle a la rijosidad, al encono, al señalamiento a la persona y ponernos a hablar de ideas, con argumentos técnicos, y humildemente pedimos que ojalá sea igual desde la bancada oficialista, que ellos también pudieran dejar de señalar”.

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