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Hagamos una pausa.

En este país hemos estado inmersos en una dinámica de competencia y confrontación durante meses.

El proceso electoral, que aún no concluye, ha favorecido que la polarización se haga presente en todos los espacios de socialización: centros laborales, educativos, familiares; pero sobre todo las redes sociales, han sido escenarios de disputas por personas-partidos-coaliciones, más allá de ideologías.

Más de una vez hemos visto que personas que se dedican a la política desde posiciones aparentemente irreconciliables, incluso desde espacios de confrontación, al paso del tiempo, hacen “acuerdos políticos” y caminan por senda común, comparten candidaturas y hasta ideales.

¿Y qué pasa con las personas comunes? ¿qué hay después de estos tiempos de acalorados debates en redes y otros espacios? Que las fracturas duran, se hacen profundas. Y, muchas de las veces, ya no caminamos por la misma senda ni compartimos los mismos ideales.

No tenemos que pensar todas y todos de la misma forma. No es deseable, ni tampoco posible. La diversidad es fuente de riqueza, en todos los sentidos.

Hay que encontrar los puntos en común. Hacer una pausa y, si es necesario, hacer las paces.

Ahora, sigue el recuento de los votos, donde la ley así lo estipule. Vienen las impugnaciones donde quienes haya perdido consideren pertinente hacerlo, con razón o sin ella. Que lo legal, siga el curso legal, hasta que se entreguen las constancias que acrediten los triunfos.

Mucha de esta polarización es por el actuar de quienes ejercen y han ejercido el poder. En cuanto pueden, cambian colores, hacen evidente, en el más completo sinsentido, que están ahí para atender sólo a quienes por ellos votaron. Eso debe cambiar, es un imperativo.

Quienes ganen, deben ejercer esa responsabilidad, que es delegada, es en representación, no de quienes les eligieron (los porcentajes de triunfo, la gran mayoría, ni siquiera alcanzan el 50 más 1 del padrón electoral), sino para todas y para todos.

Democracia representativa, no unipersonal; es la voz individual que suma las voces todas del municipio, distrito, entidad, país.

Ejerzan con responsabilidad, compromiso, honestidad, transparencia. Quienes hayan obtenido el triunfo o no hayan sido electas o electos, acéptenlo con humildad.

Este país necesita procesos urgentes de reconstrucción social, económica, educativa, política. Quienes tenemos el derecho-deber de ejercer el voto es la ciudadanía, pero no es toda la población. Pero quienes gobiernen y legislen es para todas y todos. Para los más de 120 millones de mexicanos, mexicanas (INEGI, 2020) del país entero, o para la demarcación territorial que cada cargo represente.

Hagamos una pausa y retomemos la senda en común.

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