Se vienen los meses más críticos respecto a la selección de candidatos para el venidero proceso electoral, con excepción de Movimiento Ciudadano, los demás partidos ya eligieron a las mujeres que esencialmente se convertirán en candidatas a la presidencia de la república, aunque se debe de aclarar que esta decisión aún no es definitiva, especialmente el caso de MORENA donde Marcelo Ebrard todavía puede buscar revertir los resultados de la encuesta que declaró ganadora a Claudia Sheinbaum.
Dentro de poco tanto en los estados como en los municipios comenzará la competencia para obtener las candidaturas, naturalmente muchos actores aspiran asegurar estos puestos de elección dentro de un mismo partido, observamos como en el caso de Jalisco la candidatura a la gubernatura por MC está en una acalorada justa entre Pablo Lemus Navarro y Clemente Castañeda.
En el caso de Colima encontramos algunos municipios que cuentan con más de un depredador al acecho de las presidencias municipales, en Manzanillo la contienda morenista entre Rosy Bayardo y Martha Zepeda se ve dura, especialmente si tomamos en cuenta que la primera es apoyada por la gobernadora y la segunda por la actual presidenta del municipio porteño, así mismo en Villa De Álvarez se encuentran enfrentados Memo Toscano y el conocido violentador de mujeres Vladimir Parra Barragán, un duelo que puede costarle el municipio al partido en el poder. La capital tampoco se salva, la actual presidenta Margarita Moreno y el diputado federal del primer distrito Riult Rivera tratarán de conseguir la jefatura de la administración capitalina para el siguiente trienio.
En lo que respecta a las diputaciones locales son muchos los suspirantes para lograr una candidatura por lo que sería complejo mencionarlos. A partir de estas competencias internas se volverá visible uno de los mayores problemas que ostentan nuestros partidos políticos, los actores dejan de respetar al partido como institución cuando se le cierra la oportunidad de competir en los procesos democráticos.
Conforme vaya acercándose más el proceso electoral muchos políticos y otros actores que actualmente se les asocia con algún instituto político comenzarán a ofertar su apoyo a otros grupos, en algunos casos esto será muy discreto mientras que en otros se anunciaran las rupturas con bombo y platillo.
El político mexicano suele ser un desconocedor de la disciplina partidista, como bien lo mostró Luis Estrada en una escena de su película «La Ley de Herodes», en esta el gobernador de un estado se encontraba furioso porque el presidente no lo escogió como su sucesor y anuncia lleno de rabia que formaría su propio partido.
Hay que señalar que los partidos políticos no suelen manejar una democracia interna muy consolidada, aun así las veces que se han tratado de llevar procesos más «democráticos» se suelen cuestionar los resultados, los perdedores no pueden aceptar que su tiempo simplemente no ha llegado o ya pasó y buscan de una forma u otra imponerlo.
Estas salidas tan comunes abonan solamente en el descrédito de las ya por si devaluadas instituciones políticas, si los actores pueden moverse fácilmente entre partidos entonces la única diferencia real entre estos es el color, sus estatutos e ideología no significan absolutamente nada, de ahí las validas quejas ciudadanas de que los partidos políticos son lo mismo.
Se deben buscar soluciones a esta problemática, estas personas que por mentalidad tienen el objetivo de hacer fracasar a todos cuando no se les concedió un berrinche deben desterrarse del ejercicio político, pero no por otros actores, sino por la ciudadanía.
Los partidos deben de apresurar una democratización para que sus integrantes aprendan a manejarse por y mediante las normas democráticas. Con la construcción de una institución más solida se protegerán estas del infame chapulineo que parece acrecentarse cada vez más.