Los ojos del público y de los analistas todavía están puestos en las elecciones tanto del Estado de México como de Coahuila, muchas lecciones nos han dejado estas, especialmente la que se llevó a cabo en el Estado de México, esta usualmente sirve como una especie de laboratorio donde se puede ver reflejada la elección del 2024, imagínense un partido de práctica antes de la final.
Es importante señalar que en materia de cultura democrática aún no se ha avanzado mucho en el país, los procesos electorales tienen fama de estar inundados de irregularidades como la compra de votos, el clientelismo, la promoción ilegal de los candidatos y en los peores casos ataques o embarazos a las urnas (estos últimos cada vez menos frecuentes).
Los males mencionados se han tratado de combatir con el fortalecimiento de nuestros institutos electorales, se les ha dado mayor alcance para que puedan vigilar y sancionar el cometimiento de estas faltas, sin embargo, parafraseando lo dicho en el videojuego Chrono Trigger, el sistema se rehúsa a cambiar.
A las primeras horas del inicio de la jornada electoral, la fiscalía en materia electoral del Estado de México ya tenía 20 denuncias recibidas por presuntos delitos electorales, en los municipios de Cuautitlán Izcalli y Toluca se realizaron detenciones de personas involucradas en presuntos delitos de índole electoral y por medio de las redes sociales se reportaban actos de compra de votos así como se exhibía a presuntos funcionarios públicos que se encontraban haciendo proselitismo y compra de sufragios en favor de alguna de las candidatas.
Estos actos tajantemente reprobables y promovidos de forma natural por los partidos políticos muestran de manera clara un compromiso prácticamente nulo con el desarrollo de una competencia democrática limpia y justa, se crea entonces escenario en donde los detentadores del recurso público y poder político utilizan estos de forma partidista y con vista en sus beneficios personales, tristemente esta escena ya la hemos estado viviendo varios años y por lo pronto no parece que vaya a llevarse a cabo un cambio en estos vicios encontrados en los organismos y candidatos buscan convertirse en los representantes del pueblo.
Otro elemento alarmante en esta elección fue la poca participación electoral que hubo, de acuerdo con el PREP, la participación ciudadana en la elección mexiquense fue de 49.67%, ni siquiera la mitad de la población se encontró convencida de salir a las calles para ejercer su derecho al voto, esto por si solo ya nos muestra un foco rojo debido a la calidad de nuestros gobernantes y a la legitimidad de los mismos, pero claro que eso es de esperarse cuando de las dos contendientes de este proceso, una retenía el salario de trabajadores municipales para financiar a su partido y la otra se ve envuelta en un escandalo de corrupción respecto a varias empresas fachada en la entidad, estos dos casos debieron ser suficientes para impedir la candidatura de ambas, pero los aparatos partidistas no castigan estas malas conductas, al contrario, las defienden y buscan recompensarlas.
El deterioro de la fe ciudadana en los sistemas democráticos se vuelve cada vez mayor, habrá que esperar a ver como se da la participación en el proceso electoral del año entrante ya que por lo pronto se peligra que nuestra democracia sufra un retroceso severo al mantenerse solo de la movilización partidista a falta de un verdadero incentivo para que la ciudadanía vote.
Los partidos más pronto que tarde deben de reflexionar el daño a futuro que están cultivando, décadas tras décadas de carencia y promesas de un cambio que no ha llegado han acumulado en la población una falta de credibilidad en nuestra democracia, reitero que debemos esperar a observar el comportamiento de la participación en la elección venidera, pero simplemente no imagino mas que una degeneración al respecto.