Aunque el rector de la Universidad de Colima, Christian Torres Ortiz, fue contundente al manifestar públicamente que en la máxima institución educativa de nuestro estado no se vende droga, esto derivado de la aparición de unas cartulinas amenazantes en las que se infería que el crimen organizado se había infiltrado en la institución, yo creo que hay que hacer eco de estas declaraciones pues he visto en algunos medios de comunicación y en redes sociales la idea de que, en efecto, incluso el propio rector Christian Torres Ortiz vendría a ser como el capo de este cartel, lo que de verdad debería movernos a risa.

Son acusaciones que me parecen a todas luces temerarias pero que, no por ello, dejan de tener implicaciones graves en una sociedad en la que así como ya no cree en nada es muy fácil también, dado el momento que vivimos, que lo pueda creer todo.

El propio rector Torres Ortiz explicó que la presencia de nuestra casa de estudios es enorme en la entidad y que algunos de sus campus o edificios, como el del mismo IUBA, se encuentran en zonas problemáticas en este sentido, pero que ello no significa de ninguna manera que la institución tenga algo que ver con ese tipo de actividades ilícitas.

La verdad es que intentar manchar (así sea con suspicacias) la imagen de la Universidad, una institución que ha estado trabajando loablemente en la promoción de la paz y el bienestar social a través de la práctica de sus funciones sustantivas, es muy reprochable y por eso es necesario que quede claro que la institución, como lo dijo el rector Torres Ortiz, ni promueve ni es indiferente ni mucho menos participa de estas prácticas ilegales.

Es importante decir, por otro lado, que es imposible que en el enorme conglomerado humano que constituye la comunidad universitaria (conformada por trabajadores y alumnos) no pueda haber alguno o algunos que puedan verse implicados en estas prácticas, y para lo cual la institución seguiría el respectivo protocolo de seguridad, pero eso es muy diferente a querer ver a la institución como un cártel.

Por eso no se puede permitir por ningún motivo que se genere la percepción de que la venta de droga o de otros ilícitos ha llegado al nivel de institucionalizarse cuando, a ojos vistos, el solo hecho de pensarlo resulta descabellado.

Lo que sí me parece necesario es lo que el propio rector ha declarado en el sentido de que se pondrán cartas en el asunto en aquellos casos en los que la institución se vea amenazada en su integridad general y, por eso mismo, frente a lo acontecido se pusieron las respectivas denuncias ante la autoridad competente, en espera de que se lleven a cabo las investigaciones necesarias.

La Universidad de Colima es una institución de una importancia capital para el desarrollo de nuestro estado, genera y promueve el conocimiento, difunde las artes y la cultura, crea comunidad con sus programas, apoya a resolver las problemáticas sociales más apremiantes, etcétera, esto es lo que realmente es nuestra universidad y así es como debe de vérsele para poderla colocar en el lugar que le corresponde en nuestra comunidad.

Contribuyamos todos, pues, a que e renombre de la máxima casa educativa de nuestra entidad no se vea manchado en una guerra que, dicho sea de paso, ni siquiera le corresponde.