Existen ferias en las cuales todo matador de toros quiere aparecer, el prestigio de estar en un cartel de esas prestigiosas temporadas taurinas es enorme, en especial si se trata de uno como el del aniversario de la Plaza México, La Corrida de las Luces en Manizales, la de Domingo de Resurrección en Sevilla o la Corrida de Beneficencia en Madrid, los carteles más prestigiosos en los cuales cualquier torero quiere verse anunciado.
En la política (mejor dicho, en la politiquería) también sucede un efecto similar al de la tauromaquia, cada que se acerca una elección son muchos los políticos que buscan estar en esos carteles de oro en forma de boletas electorales, total, si se vuelven triunfadores les llegarán contratos muy jugosos. Hay muchos que ansían su lugar en el cartel de 2024, pero para ganárselo primero deben de pueblear, necesitan conseguir sus victorias en las plazas de menor categoría para hacerse notar por quienes manejan la fiesta.
En ese sentido pasamos a Colima, donde el domingo se hizo presente un evento en apoyo a una de las aspirantes a ser acarteladas en la gran corrida de 2024, esto fue la asamblea municipal en favor de Claudia Sheinbaum, yo personalmente no creo que esos eventos vayan a ser el factor definitivo respecto a quien va a encontrarse alternando en la corrida que se avecina, al igual que en el mundo del toro, se ha dado una degeneración en la cual los empresarios dueños de la fiesta deciden quien va basándose únicamente en su propio criterio, así es como nos han tratado de forzar a ciertos matadores que ya demostraron haber dado lo que tenían que dar, como ven, la similitud con la política es enorme, aunque en la tauromaquia esto es infinitamente menos descarado.
No obstante de lo que yo opine respecto a la efectividad de estos desplantes, hemos visto que en Colima como en el resto de México se lleva a cabo esta búsqueda de partidarios, dichos ejercicios no han sido más que una gran falta de respeto a las reglamentaciones en materia electoral, el uso de recurso público y el acarreo de trabajadores al servicio de la administración pública es herencia de los vicios que utilizaba el PRI en su época hegemónica; también el que sean los mismos peones quienes pidan la oportunidad para que su superior compita en el proceso electoral me recuerda a la mala práctica que hacen algunos subalternos al solicitar ellos mismos al juez de plaza un apéndice o un reconocimiento para su matador cuando el indicado para hacer esa solicitud es el público.
Como ven, las analogías entre los toros y la política son bastante interesantes, reflejan muy bien algunas acciones que ocurren en ambos mundos, aunque reitero que el ámbito político suele ser más descarado, en especial porque este repercute en la vida pública del estado o país. La lucha por llegar a ser contratados para este gigantesco cartel es verdaderamente masiva, vivimos una campaña adelantada que no hará más que hartar a los ciudadanos que aprecian como las autoridades peor evaluadas del país les interesa más congraciarse con quienes pretenden ser figuras en lugar de estar atendiendo la peor crisis de violencia en el estado.
De alguna forma han logrado alterarse ellos mismo su realidad, creen que llevando a sus empleados a marchas con pancartas llenos de mensajes positivos van a lograr convencer a la ciudadanía que están haciendo un buen trabajo y que deben de apoyar a otros actores que son totalmente ajenos a nuestro sentir.
En lo taurino siempre se debe de tener respeto hacia quien se encuentra arriesgando su vida en el ruedo, aunque pudo o no haber tenido méritos para estar en un festejo importante, por lo regular el matador entrega todo lo que tiene para ganarse a la audiencia que pagó por disfrutar de una buena tarde de toros, en caso contrario se le abuchea y pierde el afecto de público.
Creo que los políticos deberían de ir más a los toros, podrían aprender lo que es la entrega y el compromiso, a la vez verían también el castigo del público a quien no cumple las expectativas, pero lo más importante es que sabrán que estar acartelado no lo es todo.
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