Parte esencial de la democracia es la libertad de manifestar nuestras ideas, de hecho en las otras dos formas virtuosas de gobierno, la monarquía y la aristocracia, también debería ser seguro el expresarse libremente tanto dentro como fuera de los círculos de poder, esto conlleva no solo a una mayor libertad si no también a una mejora en el gobierno, sin embargo bajo el populismo que está tomando cada vez más y más relevancia en el ámbito internacional, esto no es así, en estos casos sucede lo contrario y se censura este tipo de libertad para implantar una forma única de pensamiento.

En 1793 el filósofo alemán Johan Gottlieb Fichte publicó su obra Reivindicación de la libertad de pensamiento y otros escritos políticos, en esta defendió la primacía que deben de tener estos muy a pesar de los deseos de los príncipes, citándolo textualmente, afirma lo siguiente: sobre nuestra libertad de pensamiento no tenéis, príncipes, ningún derecho; no podéis decidir sobre lo que es verdadero o falso, no tenéis ningún derecho a determinar los objetos de nuestra investigación o a fijar sus límites, ningún derecho a impedir la comunicación de sus resultados, sean verdaderos o falsos, a quien y como queramos. (p. 40) La defensa de esta libertad precede a nuestra actual época y circunstancia, si bien no existía en ese entonces el concepto de populismo, ya se tenía la idea de defendernos contra los autoritarismos que habitan en distintas épocas de distintas formas.

En los diferentes escenarios de populismo que ha vivido la humanidad, en especial nuestra amada América, observamos la apropiación de la verdad por parte de los dirigentes que surgen del pueblo aprovechándose del mismo, de su enojo contra un sistema establecido que les ha fallado.

Los casos más sonoros son el de Juan Domingo Perón que se autoproclamaba como el único capaz de ayudar a las clases obreras, el chavismo que incluso después de la muerte de Hugo Chávez sigue manejando una definición poco clara sobre la democracia, el caso de Donal Trump que desprecia a los medios críticos a su persona y los acusa de elaborar noticias falsas y también está el caso mexicano donde el presidente López Obrador controla la los datos y la verdad oficial desde sus conferencias matutinas.

Aunque existan otras voces con ideas distintas, los líderes populistas no piensan dos veces en tildarlos de locos. Es cierto que la libertad no solo se amenaza desde un régimen populista, México anteriormente contaba con un alarmante escenario para periodistas y columnistas, el gran número de estos que han muerto o desaparecidos es algo demasiado preocupante, sin embargo en el actual periodo presidencial no solo este problema se ha mantenido, además se ha oficializado la intolerancia a la crítica y el ataque contra aquellos que opinan de forma distinta a la corriente oficial, ahora los seguidores más acérrimos de los actuales detentadores del poder público se han adiestrado en la descalificación burda de los que buscan ejercer la libertad del pensamiento, lo más triste es que esto no es lo peor que se ha realizado, el reciente hackeo a la Secretaría de la Defensa Nacional sacó a la luz el espionaje llevado a cabo por el ejercito a todos los críticos a quienes se les clasifica como amenazas.

Ahora, uno puede contrargumentar que la ciudadanía eligió a un líder y por lo tanto se debe de confiar en las decisiones que este decida tomar, no digo que en parte no tenga razón, pero de ningún motivo eso es un argumento que invalide lo que se ha propuesto a lo largo de este texto, fácilmente podemos sostener nuestra premisa recordando uno de nuestros principios bases en el pluralismo, me refiero al principio de la mayoría, este afirma que se debe de gobernar por el mandato de la mayoría pero respetando a la minoría, no se puede amedrentar a quienes opinen distinto, de hecho un gobierno que escucha gobierna mejor. Si esto no es suficiente para refutar los contrargumentos, entonces vámonos a los casos observables, solamente en Venezuela bajo el régimen populista se ha disminuido drásticamente el número de medios de comunicación independientes.

En el populismo no puede existir la libertad del pensamiento, esta es necesariamente prescindible para que se logre dicho tipo de régimen, un sistema que busca controlar la verdad es incompatible con esta y casos hay muchos para probarlos, aunque no sean únicamente de populismo. La libertad del pensamiento se debe defender le pese a quien le pese, solo así se pueden edificar sociedades fuertes, solo mediante la libertad de la verdad.